Entramos en la casa del terror. Horror horroroso a ritmo de rock trepidante, pelis morbosas de serie B, guarrerías variadas, sangre y humor. Llega a Cádiz la Rock City Morgue, el juguete diabólico de Rick Slave y la imponente y ya legendaria Sean Yseult, ex White Zombie, ex exposa de Rob Zombie, que a nadie deja indiferente. Esta noche, en la sala Supersonic, desde los infiernos de los Usa, rocanrol fetichista, la tumba de la desidia, los monstruos del placer doloroso, la reencarnación de un grupo altamente nocivo y divertido capaz de reconciliar a punkies, rockeros duros, metaleros y colgados de la violencia mental gratuita; en el fondo, gente inofensiva iconoclasta que escucha ruidos y transmite angustias liberadoras. Hard rock de los años setenta, punk yanqui, jevi desaforado, letras góticas y mucho miedo aparente. Tres tipos robustos y una chica de rompe y rasga, bakista y pianista, con un historial pleno de luces y sombras, arquetipo del rocanrol, la anunciada muerte del mundo y la matanza de Texas a toda pastilla.
La rubia del patio de las malvas del rocanrol, Sean Yseult, escribía casi todas las "sensibles" piezas de White Zombie, hasta que llegó a las manos con Rob, por así decirlo, y éste se dedicó en cuerpo y almax al cine de terror que no da susto sino más bien ganas de gritar. La rubia llegó a Nueva York con lo puesto y encontró su destino en la escuela de diseño Parsons, donde conoció al resto del grupo de zumbados, ingresó en la escena punk, se agenció un bajo eléctrico por treinta dólares, conoció al hombre de sus pesadillas, que le daba más al asunto de las bellas artes, como si la muerte figurada fuese una hermosa obra de la civilización corrupta, y a la postre se decantó por el rocanrol con todas las consecuencias. Los zombies blancos sobrevivían en la Gran Manzana con tres dólares diarios, cuenta la leyenda, y vomitando imágenes del futuro. Hasta hoy. Los zombies llegaron a actuar ante trescientas mil personas en el Rock in Río brasileño, no el sucedáneo para toda la familia actual, hasta que el éxito hizo crack y cada uno se marchó por su lado. No han perdido el tiempo desde entonces, unos enfrascados en el celuloide y otros en la trepidación.
Como si los hubiera traído la nube de ceniza volcánica a modo de siniestro y entretenido regalo de primavera, Rock City Morgue, vivitos y coleando.
Mayo 10, Cultura, Diario de Cádiz
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