jueves, 20 de mayo de 2010

Imanol, Echanove y Ruibal conquistan La Caleta

Los actores y el cantautor graban en Cádiz escenas del programa televisivo "Un país para comérselo"
 
"¡Prevenidos! Tres, dos, uno, ¡acción!" Se paró el Levante. Cae el sol a plomo en La Caleta. Ruibal aguarda la vez apoyado en la barandilla. Juan Echanove e Imanol Arias aparecen de improviso y se hacen los encontradizos. "¡Hombre, Javier, un abrazo!" El trío habla acerca del viento, de las barquillas, del mar quieto, de tortillitas de camarones y croquetas de chocos. Pasa una señora agarrada a una sombrilla y disimula. "¿Del Norte yo?", pregunta Imanol para sus adentros. "Yo me quedé en Guarromán", contesta él mismo, y la gente pasa, reconoce a los "famosos" y se marcha con sigilo. Las cámaras de "Un país para comérselo", el programa gastronómico de Echanove, imponen lo suyo. Imponen a todos menos al Canijo, el ciclista intrépido de La Viña, Antonio Estévez, sobrino de Juman, y un compi tocado por un gorro de paño que "secuestran" al actor sin miramientos y con todo el arte del mundo. "Cuéntame cómo ha venido usted hasta aquí", disparan. "Vengo a difundir las cosas de Cádiz y a disfrutar con vosotros". "Me alegro de conocerle personalmente, es un bastinazo cómo trabaja", piropea uno de ellos, y el otro muestra la bici a Imanol, que observa alucinado la placa solar, el artilugio fotovoltaico y la turbina eólica de El Canijo, quien explica el proceso generador de luz que propicia el viento a través de un circuito la mar de pintoresco. "Voy a presentar la bici a la Junta de Andalucía". Innovación y desarrollo. Imanol se despide de tan distinguida compañía, pero se queda baruntando algo sobre el "bastinazo". Y llega a la conclusión de que se trata de un elogio, "como en inglés dicen que algo maravilloso es terrorífico". Lo mismo. Según se mire, claro. Imanol, Echanove y toda la tropa vienen de ver bailar a los caballos jerezanos, el otro día estuvieron en Zahara, y desde el viernes han grabado escenas en Jerez, Barbate, Bolina, El Puerto, Grazalema, Sanlúcar y Chiclana.
Siete días de trabajo para una hora de programa. Gajes del oficio televisivo. "Este viaje confirma lo que siento por Cádiz", se confiesa Echanove. "Cádiz es simpatía. Simpatía por el producto. Algo único. Y de paso nos reecontramos con nuestro admirado Javier Ruibal". El anfitrión perfecto. El cantautor, recién llegado de su periplo por Israel, realiza apuntes al vuelo sobre los castillos de San Sebastián y Santa Catalina, traza líneas paralelas entre el antiguo hospital Mora y el rock de Valcárcel, por así decirlo. Sólo le falta mentar al fantasma del Mora. Alguien se acuerda, no obstante, de Halle Berry. Y los paseantes musitan cosas por bajini. "Mira, mira". Marea baja y primeros rayos solares en condiciones. Todo se produce a gran velocidad. La gente pasa. Los actores y el juglar no necesitan repetir escenas; las clavan con naturalidad y desparpajo.
Echanove admite sin pensarlo dos veces que su plato predilecto, "en todo el mundo", es el atún rojo de almadraba. E ilustra su amor por "las grandes cosas en porciones pequeñas".
Tercer intento para rodar el programa; los dos anteriores se toparon con los temporales. "Un país para comérselo", título que bien se podría atribuir a prebostes financieros o corruptas autoridades incompetentes.
"Ruibal es Dios", agrega Echanove antes del aperitivo en La Quilla. Luego visitarán la tienda de Pepi Mayo y el rincón del Manteca. Para empaparse de gaditanismo, disfrazar las sombras y zamparse las dudas del mundo en papel estraza. Imanol, flaquito y muy amable, se convierte de pronto en Don Quijote, y viste imaginariamente a Echanove de Sancho Panza, para poner de manifiesto la pasión de ambos por Cádiz. "Yo por aire y él por tierra. Pero el invitado termina convidando al invitador, resulta que Don Quijote vive en la tierra que Sancho Panza quiere mostrar". Dieciocho años con casa en la costa gaditana, más de dos décadas veraneando en Cádiz contemplan a Imanol. "Pero hoy me doctoro en la capital, hoy me doctoro en Cádiz. Tengo la suerte de sentirme gaditano, pero me quedaba la capital, la ciudad que Sancho Panza domina más y mejor, así que me dispongo a disfrutar de todo con intensidad". Y una sonrisa de ida y vuelta. Sin paparazzis ni morsegones que importunen su visita, Imanol se encuentra a sus anchas; habla de flamenco, de caballos y de mitología popuar. Hasta que aparece El Canijo con su bicicleta a propulsión, ni molinos de viento, ni cacharros aerogeneradores de ilusiones vanas, ni leches en vinagre. "Cuéntame cómo ha venido usted hasta aquí".

La foto es de Julio González
Mayo 10, Cádiz, Diario de Cádiz

2 comentarios:

pabloterradillos dijo...

jjjjjj. qué grande el antonio, el superinventor gaditano. recuerdo un sistema de aire acondicionado natural que se montó en un local de cádi, y funcionaba. ese tío tiene angé. hazle una entrevista, enrique, pero métete antes una aspirina, y algo más...

Enrique Alcina Echeverría dijo...

buena idea, Pablo, genial el Canijo, hasta Imanol se quedó flipao con la extensa explicación sobre el artilugio, jeje ;))