No las mató ni el tiempo ni la ausencia. Boleto de ida y vuelta a aquellas pequeñas cosas de Cádiz. Pasa la vida por la calle Ancha. Julio Molina Fonto, el best seller gaditano, para en el bar Liba, setenta y dos años de trajín contemplan a la esquina del café, algunos menos que a la Pepa, que a este paso va a terminar de camarea en el Doce. Un músico de jazz acaricia su guitarra a cambio de la voluntad. Pasa Kid Betún. Molina se queja del ruido intermitente que a veces importuna las entrevistas que graba para futuras entregas de la Historia Pequeña de Cádiz y sus secuelas. El otro día habló con Crespo, el de Casa Crespo, que se mantiene perfecto. Julio cita a la gente en el Liba, donde, por cierto, firmó el contrato del emblemático tomo editado por Mayi.
El escritor e impenitente investigador, felizmente jubilado, cuenta que ha hallado los repertorios de las bandas de música que actuaban en el templete de la Plaza Mina. Lo dice con chiribitas en la mirada. "Los tengo localizados". Y relata travesuras de la infancia, cuando los niños chupaban limones frente a los músicos para provocarles montañas de saliva en claro ejemplo de estímulos condicionados. Travesuras sin importancia, comparadas con las gestas de los angangos de hoy en día. "¿Y los zapatazos en las ventanas de Benjumeda o Soledad? Quillo, ¿quieres ver una mujer en pelotas? Toca el pito. Novatada al canto,. Zapatazo al canto".
Mercedes, la hija de Molina Font, ejerce de coordinadora del Centro de Interpretación del Doce, sito en la misma calle Ancha. "Cádiz está por encima de partidos, corrientes o protagonismos", sugiere ante la cercanía del Bicentenario. "Mejor dicho, la Bahía de Cádiz, yo firmo todos los libros así. Hay que pensar en conjunto para salir del ostracismo. Antes, el aeropuerto se apedillaba Jerez-Cádiz". Pasa un gaditano que comenta a Molina algo sobre la devoción de Cádiz por las cruces. "La gente me busca, ofrecen sus cosas, desde que salieron los libros". Su amigo Pepe Marchena "Kiki", por ejemplo, brinda su amplia colección de gaditanismo. Nadie olvida, pese al éxito actual de las obras de Molina, sus anteriores títulos, en especial el estudio sobre los molinos de marea de la Bahía. "Ojalá salga una segunda edición". Julio abunda, no obstante, en la hstoria de Cádiz y el Vapor Correo de Filipinas, donde murió ahogado un tío suyo. Rememora los relatos de su madre, acude a su mente infantil para aunar sueños y realidades. A Molina siempre le gustó coleccionar objetos relacionados con barcos, amén de documentos variados. "Mi mujer se pone fatal, tenemos los trasteros repletos de cosas", pequeñas y grandes cosas de Cádiz. Pasa el Bati, que entabla con Molina una curiosa conversación sobre el Cádiz imposible y el pasado por venir, la plaza de toros, la fábrica de cerveza, los cuarteles, las tres marías, rincones que permanecen en boca de todos aunque se pierdan ya en la neblina de los tiempos, acaso en la decadencia de est tierra.
Los libros de Molina van camino de quebrar registros, han despachado ya cinco mil ejemplares del primero y dos mil de su continuación. Un pelotazo editorial. "Antonio Burgos me ha dicho que será un long seller, que pervivirá muchos años en las librerías, a modo de crónicas como las guías Rosetty". El autor confiesa que bebe de las fuentes del Diario (no hace falta decir 'de Cádiz'). "Como decía Ramón Solís, para investigar hay que ser muy curioso". Julio disfruta en los archivos, a veces se desvía de sus propósitos al encontrar nuevas claves, como una noticia, algo relevante en torno a la Guerra de la Independencia que mantiene en misterio. Ahora pasa José María Esteban y, como si estuviera escuchando la conversación desde el otro lado del mar, indica a Molina algo sobre el libro de los molinos de mareas y la ansiada segunda edición.
Vamos con el Doce, "una oportunidad única para Cádiz, la ocasión para que las cosas que se hagan, y hablo de infraestructuras, queden para siempre, y no nos conformemos con un evento fugaz. Ahora o nunca, como la Expo o las Olimpiadas. Tenemos a punto el segundo puente gracias al Bicentenario. Si no fuera por la Pepa no se habría hecho, no me cabe duda". Y de pronto baja el tono de su voz, el guitarrista ambulante sigue tocando por Django Reinhardt, una señora pega el oído a la conversación, pasa el tiempo volando. La gente pasa. "En Cádiz, cada vez que surge algún tema sale un grupo opositor al proyecto; entiendo las legítimas defensas de patrimonios gaditanos, pero habría que alcanzar consensos y no andar siempre a la gresca, porque así no avanzaremos". Pone el grito en el cielo sobre la estación marítima o San Severiano, comprende que quieran mantener la esencia de la Caleta pero se extraña de que consideren en tan alta estima edificios de segundo orden. Las cosas de Cádiz. "Pero dejaron que se cayera Capuchinos, permitieron el saqueo, y pasará lo mismo con el Molino del Río Arillo, sujeto a tantos vaivenes administrativos. Para el Doce tendrían que haberlo rehabilitado, el molino data de 1789 y funcionaba a pleno rendimiento durante el sitio de Cádiz, no en vano de ahí salían los bizcochos para los barcos". Harina de otro costal.
Molina Font no quiere pecar de derrotista, pero opina a las claras: "Como no se pongan de acuerdo las administraciones y se dejan de pamplinas, vamos a ver lo que sale del Doce. No está la cosa clara. Ni hotel de Valcárcel, ni Casa del Almirante, por ejemplo. Los inversores huyen si observan esta languidez gaditana, la misma de la que se chuflean algunos humoristas causan daño a la imagen de Cádiz, esa fama de flojos tan perniciosa. Aquí hay mucha imaginación y un talento enorme, más allá del fútbol, el Carnaval y la Semana Santa, pero no sé qué pasa, parece que se contagia el estado catatónico". Y las lágrimas de cocodrilo. Y otros males disfrazados de virtudes.
Ya puestos, mientras siguen pasando amigos o conocidos de Julio que saludan o se paran un instante, Molina Font critica a los comerciantes que dieron la espantá durante la llegada masiva de cruceros. "Hay que abrir, hay que invertir para el futuro, que no se gana en cuatro días". Y pone el dedo en la llaga del comercio colonial que contribuyó al esplendor del Cádiz antiguo. "Cántabros, catalanes, vascos, todos los comerciantes de fuera que vinieron con una mano delante y otra detrás triunfaron al cabo del tiempo, con tesón y constancia, y amasaron grandes fortunas. Sus hijos aprovecharon el viento favorable, pero sus nietos se cepillaron los negocios". Mejor no mentar nombres. Ahora, por la calle Ancha menos ancha y más larga de la memoria instantánea, pasa un jubilado amigo de Julio, y luego vuelve el Bati por sus pasos. Julio, que por la tarde volverá para participar en la habitual tertulia del Liba, encuentra una motivación adecuada para sus celebrados libros de cabecera gaditanos: "Despiertan recuerdos dormidos". Ahora lo que hace falta es que Cádiz también se levante, amenazó con pegarse una cabezá y lleva dos siglos. La revancha de las pequeñas cosas de Cádiz, a vuelta de correo.
Mayo 10, Cádiz 2012, Diario de Cádiz
5 comentarios:
Ayer cuando a mediodia iba con mi furgo por san antonio, estuve a punto de decirle que yo también le tiré un zapatazo a mas de uno desde esa "ventanita" de la calle Benjumeda.
jajaja, con que tú también ??? era una especie de ventanita abierta al mundo ... zapatazo le daba yo a más de uno ahora por dejarnos en pelotas, pero weno ... por cierto, Julio tiene para seis o siete volúmenes más de pequeñas historias de Cádiz ... salud !!
Muchas Gracias por vuestros comentarios. Mi idea es seguir despertando y refrescando los recuerdos que tenemos aletargados en nuestras cabezas de aquellas generaciones que pasamos por el "Barril", el "barrio chino" de la Alameda, el Rancho Jaco, La Parrilla del San Remo, y aquellos otros lugares que nos traen tantos recuerdos. Gracias a todos por la acogida que habeis dispensado a mis publicaciones. Saludos, Julio
Gracias Enrique, te ha salido el reportaje de maravilla. A mi personalmente me ha gustado mucho.
Muchas gracias
un abrazo, Julio, muchas gracias por todo, fue un placer charlar en plena calle Ancha mientras pasaba medio Cádiz por delante, el presente, el pasado y el presente. Como el tiempo que relatas en tus libros tan gaditanos. Salud !!
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