"No hace ni frío", murmura un caballero con pinta de teófilo que lo ve todo bien, hasta las nubes que barruntan agua. "¿Y cuando llueva qué?", pregunta un derrotista refiriéndose al primer anillo del mercado. "Aquí la gente viene a comprar, no a pasearse", contestan. Cuarto y mitad de razón para cada uno, hay gente pa tó. Y olores de todos los colores, y tertulias al fresquito, y laberintos de pasión, y abrigos de visón pa fardar, "y tú aquí no has venido nunca, mentiroso", interpela un industrial del pescado a un conocid que llega en plan falso. Tequiyá. De los puestos, impolutos de por sí, aún no cuelgan estampitas religiosas, fotos de futbolistas o retratos en paños menores. "Poquito a poco". Menudo lema. "Ay, quién maneja mi barca", canta una mujer a su marido, no se sabe si con segundas. "Tota, que embarcamos en Venecia ...", relata una discreta gaditana muy viajada a su amiga del alma, que aguanta estoica el rollazo. Y una madre ilustra a su querido hijo: "Los muertos no hablan". Y ríen ambos a la vera de las manzanas, a un euro las manzanas brillantes. La gente va a su bola.
Más higiénico, más digno, más de todo. Como el Cortinglé pero sin escaleras hacia el cielo, ni puentes de segunda mano en la misma puerta, ni camisas pa "descambiar". "Qué guapos están todos con sus uniformes", vocifera alguien. Er de Coní no se calla: "El que es guapo, es guapo siempre". Juan y Lola invitan a sus clientes a una copita, puesto 12 más 1, y otra mujer confiesa que "al verlo todo más ordenadito entran más ganas de comprar". "Ojalá", musita un derrotista, pasa Pepito el Caja, una pareja de enamorados propone que planten arbolitos, o plantas, o algo verde, por Dios, y que instalen aparcamientos para bicicletas. Un perro gimotea atado a una bicicleta, el Pecci frutero canta sus excelencias a los cuatro vientos y Antonio Ligero se estrena en el número 53 de carnes y recovas enganchando a los clientes con su flamante máquina de envasado al vacío. Una señora se lleva de todo, por si el pasado fuera futuro, y además, un regalito. El día hecho. "Muchas vueltas y pocas compras, pero el cambio ha sido para bien", comenta otro tendero, la gente camina a paso lento, hay gente que anda patrás, cigalas de coral, poetas de alta mar, gente que valora más lo antiguo que lo moderno, que encuentra más personalidad en la parte rehabilitada que en los vestigios metálicos del porvenir. "Ya no nos rozamos", ilustra un vendedor, que destaca el espacio, el tiempo y las hechuras del mercado. De pronto, la antigüedad, el lado oscuro, los frutos secos, el león de Correos secuestrado, a ver si rehabilitan también al Melli, afuera reina un poco el mercado negro y caminito de Belén (Esteban) se tropieza uno con el único gaditano que no tirita ni a tiros, por supuesto en camiseta: Juan Sin Frío. Mil vueltas, el futuro le da mil vueltas a la melancolía.
Diciembre 09, Diario de Cádiz
La foto es de Joaquín Pino
2 comentarios:
Buenos días Alcina: yo ya tengo mi pescado y gambas para Navidad. El mercado ha quedado genial. Y los comerciantes están contentísimos. Cádiz ya tiene mercado, pero Huelva sigue sin poder inaugurar el suyo por defectos en la obra, y Sevilla, con el de la Encarnación, lo abrirá en enero totalmente en precario. En Cádiz no todo sale mal.
buenas noches ya, Charo ... imagino tu navidad gastronómica, debe ser gloriosa, con las cosas ricas que citas en tu blog, jeje. El mercado quedó de categoría y la gente iba estrenando, y como dices, muy contenta, en los puestos y en el público. En Cádiz muchas cosas salen bien. claro, y otras muchas no salen. Será por buscar el equilibrio. (?) Pero el mercado es una buena obra de rehabilitación y dará mucha vida a la Plaza. Pa disfrutarlo. Saludos !!
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