España-Rumanía, cero a uno, gol de Marica (abstenerse graciosos). Amistoso churretoso que cogió a la gente ya con la mosca detrás de la oreja y la pagó con Luis y compañía. Venía la selección de ganar a Argentina y de fracasar en el inicio de esta misma Eurocopa. Trajo a muchos suplentes e hizo las consabidas probaturas. No se llenó Carranza, pero quedaron huérfanos muchos semáforos. Año y medio después, los rumanos son legión en Cádiz, por algo visten como el Submarino, amarillo y azul, la última derrota de Luis, que tuvo que escuchar las lindezas propias de la época, ya se sabe, "¡Raúl selección!". Raúl López, claro. El otro no se atrevió a salir la otra noche para entonar junto a Manolo Escobar "dónde estará mi carro". La noche de marras, Luis estrenó a Silva. Jugaron: Casillas, Ángel (Sergio Ramos), Juanito, Javi Navarro, Antonio López, Angulo, Xabi Alonso (Senna), Cesc Fábregas (Oubiña), Silva, Villa y Morientes.
Desde entonces, con mucho dolor y sacrificio, mientras que en Cádiz escaseaban la humildad y la paciencia, misión cumplida. Parece mentira. Y Cádiz, en contraflecha permanente, echa un ojito a la marea roja y se deja llevar por otra ola de manifestaciones, pero quizá en contra, en contra de la realidad, sálvese quien pueda. El fútbol mueve montañas, ocio del pueblo entregado a la causa capillita, futbolera y coplera. Diez mil firmas en unos días, envidia de otros colectivos, acaso más necesitados, que pasan fatiguitas para encontrar el apoyo de sus paisanos. Cosas de Cádiz. Cosas de la pelota. Delphi no se ha cerrado; chaparon la General Motors, pero los gachós están como el Cádiz, no se van ni a tiros. Dejarán el marrón. Y se marcharán, si no lo han hecho ya, a Rumanía.
Corren días de quita y pon, camisola roja, camisola amarilla, Luis se va a Turquía y el Cádiz llama a un tal Pejiguero, que se lo está pensando. No, espérate. ¿Dónde está Cádiz? En Segunda, a o b, la mar de lejos. A una levantá del puente Carranza, que en Chiclana ya van por el tercer puente sobre el río Iro, mirá tú qué gracia, y el tío que hace todos los años el calendario dinámico ha llamado tres veces. A ver si nos aclaramos.
Los niños cantan por la calle lo de "¡a por ellos, oé!", y emulan a Casillas y Torres, ajenos al entramado sentimental y económco que tejen las tardes de oficina, y a los mayores no se les borra de la memoria el penalti de Paz. Palo, portero, fuera.
La gente se entretiene contando ovejas, contando internacionales. Siete ha tenido el Cádiz este año, siete pedazos de internacionales: De la Cuesta, el gran Kosowski, Yago Yao, Fleurquin, Gustavo López, Contreras y Bangoura, un tipo con mucha pegada.Salvo excepciones procedentes del río de la Plata, una selección pa las rebajas de verano.
Y ya puestos, piquemos en la memoria virtual, sólo Kiko Narváez fue llamado a las filas de la insurrección, digo de la selección, luciendo la eslástica amarilla. Fue Javier Clemente. Nadie olvida el gol de oro en las Olimpiadas, ni la Eurocopa de Inglaterra, aunque fuera ya en calidad de rojiblanco el legendario delantero. No conviene echar en falta al algrecireño Andrés Mateo, Tarzán Migueli, Botubot, Canito, qué decir de Juan José o del más internacional de todos, Jorge González, un gaditano más. Por Carranza, además de esa chirigota que terminó atrapando el título de campeón, han pasado internacionales de tronío como Quino, Oli, Pedraza, el inolvidable y fugaz Enrique Collar y otro Enrique de postín, Montero, portuense del mundo.
Julio 08, Submarino Amarillo (Diario de Cádiz)
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