sábado, 30 de enero de 2010

Reindustrialización de la risa

La fuerza por la boca. Se nos va la fuerza por las coplas. El criollo coro de Pastrana Discépolo lamenta la desunión de Andalucía, que sólo alía esfuerzos para criticar a catalanes y vascos, pugnar contra Sevilla y lamerse las heridas, luego de la bulla, en completo silencio, mientras canta el visca el Barsa. "Más cateto no puedo ser", confiesa el tanguero del sur de Europa una mijita achantao, en glorioso tanguillo de avería y redención. No sin antes rendir pleitesía a la memoria de Chano Lobato, detalle sublime y necesario que también retrata este tiempo en este lugar. Idolatran a presuntos mitos, ángeles caídos de la mercadotecnia, autoproclemados reyes del pollo frito, y no se acuerdan de los recientes muertos nuestros tan grandes como el cante de ida y vuelta. Demasiadas letras televisivas, exceso de trucos para ganarse al público local y universal, vueltas de tuerca a la rutina, hasta que llega alguien y se acuerda del futuro. Se impone un concurso de letras pa lo que sea: letras contra los derechos humanos, letras en favor de la inmolación colectiva, letras en homenaje a la corruptelas y las malas artes, pasodobles sobre la maldad humana, popurrís alrededor del mundo en globo y hasta cuplés a la mujer gaditana, especialidad acuñada por los de Benamejí, con el Ayuntamiento de Benamejí, aro que jí.
Tampoco están malotes los globos sonda lanzados por Zapatiesto para cubrir el repertorio de cara a las galas de primavera. Por ejemplo, el pensionazo, el recorte de las vagasione, la ampliación del plazo para hacer el carajote, el despido free, qué ilusión más grande, amigo desempleado, podrá usted disfrutar de Carnavales hasta los 67 años de gañote vil, y luego ya veremos. O al revés, no ha quedado muy claro, porque los portavoces, con tanta octavillita, con la manía de irse por arriba, apenas se han hecho entender. Prejubilados a los cincuenta, jubilati a los noventa y dos. A partir de ya, se necesitarán cuarenta años en el Falla para tener opción al antifá de hojalata, antes de oro. Compro oro.
No saben el tesoro que contemplan los gaditanos reflejados en el pasodoble de Quiñones, que abre la caja de Pandora y aparecen otros catetos ilustrados, los indígenas que no conocen más allá de su casapuerta y parte de Oceanía."Como un turista por mi barrio". Toda una vida en Cádiz y no ha sido capaz de conocer las glorias más o menos escondidas que ofrece la Tacita de Lata, otrora de vil metal plateado como la mar quieta del planeta empeñado. Mareas, fachadas, azoteas. Oh, Cádiz, los gaditanos son los que menos te (ad)miran. Lo que traducido resulta mucha vida interior, pocas vistas al mar, croqueteo, ombligueo, brindis al sol que menos calienta y cero coma cero de interés tae, la subcultura piconera que definió un día Barroso.
Los naturistas visten de limpio a los políticos mangantes, los curas pederastas y los banqueros malandrines, juegan con el candao de la libertad de expresión y de las puertas cerradas al gaditano/a, conjugan hacer el candao con votar a doña Teo y se bañan en un mar de risa contagiosa y significativa. Por no llorar. Nadie podrá decretar la prejubilación de la risa, ni siquiera el rip de la envidia cochina, ni mucho menos la prohibición de la alegría, ni por supuesto el cortinazo a la melancolía. Tamos rodeaos. Socorro. Vuelven los prejubilados. Puro cambalache. Tangos del nunca jamás. Adelantando la edad de la jubilación de la risa con el intermitente puesto. Zona de Urgente Reindustrialización de la Poca Vergüenza. Astilleros no se cierra. Va por Jesús Gargallo.

Enero 10, Carnaval, Diario de Cádiz
La foto es de Lourdes de Vicente

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