Las niñas ya no quieren ser letizias, juegan al famoseo a la caída de la tarde con sus gafas ahumadas y su gesto de mohín. Para ser un famoso en condiciones hay que parecer despreocupado, hermético, con careto de póker. Por ahí van cientos de parejas de imberbes a bordo de sus bólidos emulando a las celebridades de cartón piedra. Ponga un famoso en su vida. Adopte las posturitas favoritas de la temporada, luzca los complementos más horrorosos, hágase tatuar un diablo en la entrepierna y recuerde: los famosos no hacen fotos; las sufren. Los famosos sufren en sus carnes los verbos ajenos y apenas toman partido, si acaso un coacola fresquito destrangis. Dicen que los nuevos millonarios han cambiado sus vacaciones, pasan de Saint Tropé y del Colorao y eligen destinos vacacionales exóticos como Groenlandia, qué pelete, y Kenia Segunda Aguada. Por aquí, basta con abrir el Tres Minutos pa comprobar que Cádiz sigue de moda, no por Dios, y que cantantes, toreros, actores y gente sin oficio pero con musho beneficio veranean en la costa-casta-costra-nostra-malayita levantera gorda recoja los bártulos que el viento no perdona ni a los famosos como usted, ya estoy yo en Torrelodones. También se estilan las islas privadas, donde los paparazzis encuentran la muerte más cruel que se pueda imaginar. Ahogados en su propio flash. La revancha de los famosos. La jet set del polito colores pastel es otra cosa, cuidado, el famoseo se ha extendido a las estanterías del supermercado de la vanidad, hoy cualquiera es famoso sin apenas esfuerzo. Sin mover un músculo. Estrías de la buena vida.
Agosto 08, Verano (Diario de Cádiz)
lunes, 25 de agosto de 2008
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