Los ejecutivos agresivos practican el rico parapente por las azoteas de la gran ciudad. Esta gente tan ocupada no sabe estarse quietecita. Peligro: vacaciones. Días de cincuenta horas. La naturaleza, un cuadro por pintar. La vida, una multiaventura por librar. Pan con aceite, levantazo del quince, calcetines blancos contra las rozaduras, respire hondo, le espera una jornada maratoniana, su partenaire es senderista, con toa sus castas, y ha visto una pequeña ermita en lo alto de una montaña, con lo fácil que hubiera sido poner la iglesia en la ladera del monte. Pues no, vamos parriba, por el camino se conoce gente, que va también con la lengua fuera, y por las noches, tralará, caen todos roques. Ni sexo, ni droga, ni rocanrol: surfing por el asfalto, alpinismo cuestabajo, ya no quedan fuerzas para el teto final, ni por supuesto para el submarinismo atroz. Turismo activo, que me estás matando. Volvamos al refugio, es la guerra, los alemanes piensan atacar esta noche, yo lo mismo me piro a un espá, debajo de un puente, es pa ná, turismo hiperactivo, hay gente que descontrola una jartá en vacaciones, porque no sabe descansar. Incluso visitan su lugar de trabajo disfrazados de Indiana Jones, exploradores del alpinismo laboral, quién da la vez, no pierda la silla, Sevilla tiene un color especial y, como dicen los benditos locos en el anuncio televisivo, el ser humano es extraordinario. Una mijita cabrón, pero extraordinario. A la caída de la tarde, con agujetas en el alma, ella se compra unas botas y unas correas. ¿Pa qué serán? ¿Será masoquista o algo? Sálvese quien pueda.
Agosto 08, Verano (Diario de Cádiz)
viernes, 29 de agosto de 2008
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