El último bastón de Fermín Salvochea, fotos con Alberti, Quiñones, Garzón, la familia Real, Pérez Reverte, Rafael de Paula, el día que dejó el Ayuntamiento, una década con Carlos Díaz, otra década al frente del Ateneo, una caricatura de Rafael Parodi, dibujos de Venancio González, la Cruz al Mérito Naval, Alfonso Perales y la nostalgia del futuro impregnada en el despacho de Ignacio Moreno. Cánovas del Castillo. Este hombre parece de otra época. Educado, solemne, tocado por su habitual sombrero, rara avis en el salvaje Cádiz que camina azorado hacia el Doce. "La sociedad gaditana se ha vulgarizado", sentencia el hombre que ha modernizado el Ateneo, la entidad privada más activa de la ciudad más antigua y apalancada de Occidente. Criado políticamente en la transición, defensor del consenso y la pluralidad de ideas "desde el respeto a los demás", Moreno Aparicio reconoce que en Cádiz apenas quedan fuerzas vivas. Y del pasado no se vive. Ni de la historia del arte, la gracia y el ingenio.
"Ya hemos superado los 600 socios. Hemos logrado que la gente escuche, incluso en debates políticos. La educación y la convivencia no abundan en la política. Desde hace quince años, los enfrentamientos viscerales de los políticos y la falta de sintonía entre los partidos han perjudicado seriamente a la Bahía. Los ciudadanos hemos pagado los platos rotos del egoísmo político. Ahora vivimos un intento de acuerdo de cara al Doce, pero se han perdido nueve años. El Bicentenario era la oportunidad, la excusa perfecta para situar a Cádiz en el mapa de la competitividad. Desgraciadamente, vamos a llegar tarde". La impuntualidad de Cádiz, primera parte.
El Doce, además de obras, necesitaba, a juicio de Ignacio Moreno, de un cambio de mentalidades en Cádiz. Tantos siglos después, erre que erre con "el respeto a los jardines, la limpieza de las calles, la caca de los perros, las motos por calles peatonales, la defensa de monumentos y plazas, cuidar la ciudad como si fuera nuestra casa. Por desgracia, hace falta pedagogia en este aspecto, el nivel de educación de algunos indeseables, una mínima expresión de la ciudad, fastidia a todos". Y pone en entredicho las palabras rimbombantes.
El presidente del Ateneo recuerda la reivindicación de su colectivo acerca del área metropolitana, ente fantasmal para multitud de cuestiones en común. "Las vanidades personales de líderes de la Bahía han impedido alcanzar acuerdos en defensa de los intereses generales", denuncia, no sin antes subrayar, en primera persona gaditana: "Me duele Cádiz, que pide a gritos la regeneración política, social y económica". Moreno habla de la ampliación del muelle, de los proyectos ultramodernos para la Zona Franca, la remodelación del casco urbano, la creación de trabajo. "Todo ello tendría que haber llegado hace 25 años. Cádiz siempre llega tarde". Minutos, días y siglos. En busca del viento perdido.
Moreno argumenta su teoría acerca del tiempo gaditano: "Con el megapuerto que construyen en Tánger, que ofrecerá costos a la mitad, el muelle gaditano sólo se equiparará al de Algeciras y continuará la desventaja; el polígono de Las Aletas habría sido el soporte adecuado para el puerto y la zona franca hace muchos años, igual que el nuevo puente o el soterramiento y la alta velocidad del tren. No tenemos referentes políticos con suficiente peso y capacidad para conseguir estos avances". Suena el celular. Como si escuchase la conversación, Rafael Román tercia para preguntar sobre el homenaje de anoche a Carlos Díaz. Ignacio Moreno, quien fuera secretario del anterior alcalde, defiende a éste a muerte. "Políticamente puede ser discutido o discutible su labor, pero con la que está cayendo con tantos casos de corrupción generalizada, Carlos es un referente moral, nadie duda de su honestidad". Ni de las puñaladas traperas.
¿Fuerzas vivas en Cádiz? ¿Dónde? Moreno cita a la Asociación de la Prensa y al Ateneo, amén de la Uca. "Son las únicas que intentan remover las conciencias de la gente". Todo lo demás, Semana Santa, fútbol y Carnaval. "También tienen su fuerza, cada una en su campo", señala Moreno. El Ateneo, por cierto, premió a las Brigadas Amarillas por mor del ascenso a Primera, y mantiene tertulias deportivas y juveniles. También se implica su presidente en el Carnaval, a título orientativo. "La gracia, el arte y la ironía no dan de comer. El Carnaval podría ser una industria que brinde riqueza a la ciudad. Si la fuerza humana que Cádiz emplea en el Carnaval se pudiera reorientar en una industria, todos saldríamos ganando".
Moreno incide en "esa especie de maldición colectiva por la que no somos capaces de crear riqueza con nuestra creatividad. En Cádiz falta formación y ambición, y alejar el conformismo de este lugar tan privilegiado del mundo. Otro Cádiz es posible".
A propósito de "fuerzas vivas", doscientos años atrás, la escena depara la vorágine comercial con las Indias y las claves políticas. Varios miles de mercaderes se instalan en la ciudad al abrigo de la Casa de Contratación, con la vista y el bolsillo puestos en América. "Los gaditanos se limitan a ejercer de testaferros y comisionistas de quienes explotan el negocio. Eso sí, los italianos nos imprimen el gusto por el arte, y los franceses por el mundo de las ideas. Cádiz fue una circunstancia histórica, ojalá se afincasen hoy en esta isla miles de familias con posibles, invirtiendo en buenos colegios, teatros, periódicos, calidad de vida. Aquí estamos acostumbrados a aclimatarnos al que viene de fuera. Hace dos siglos, las fuerzas vivas fueron extranjeras. Tanto tiempo después, Cádiz carece de emprendedores, seguimos esperando que alguien ofrezca trabajo, se dispara con pólvora del Rey".
En el Cádiz de las Cortes, Moreno cita a tres jóvenes promesas como Alcalá Galiano, Mendizábal y Javier Istúriz, algunas tertulias caso de Frasquita Larrea, gaditanos de postín como Bohl de Faber o Vargas Ponce, y pocas, por no decir ninguna, fuerza viva. "Cádiz pierde entonces normalidad social y se convierte en un mundo de intrigas y polémicas protagonizado por los refugiados políticos de la época. Los gaditanos viven a su aire mientras miles de foráneos pertenecen a otro mundo aparte". Cafés, tertulias, grandes bibliotecas y pinacotecas, conventos, órdenes religiosas casi en cada esquina. Moreno cuenta hasta 947 religiosos, entre curas y monjas, localizados en el Cádiz de las Cortes. De ahí la santificación de las calles gaditanas. Sin olvidar el contrapoder de la Inquisición. Sociedad extremadamente conservadora, no vayamos a engañarnos. Un freno.
Crítico pero optimista, viajado y concienciado, Moreno sueña con el Doce imposible, con el tiempo perdido y con los horizontes que señalaban los libros, los gráficos y las palabras de otro tiempo. Moreno parece de otro tiempo. En su despacho guarda con mimo algunas de las publicaciones gaditanas, posee hasta dos mil libros sobre Cádiz. Los Diarios de las Cortes encuadernados por Galván cantan por sí solos. Por no hablar del edicto del 19 de noviembre de 1813 por el que "se prohíbe la corrección de azotes" en los colegios. Hoy los niños pegan fuerte. Y Moreno se adhiere a los regeneracionistas del 98, Cádiz le duele, suena música romántica en su despacho, pero al Moreno clásico le ha salido un hijo "jevi", por así decirlo. Jaime, que estudia Organización de Empresas en Roma, lidera un grupo de rock duro.
Noviembre 09, Diario de Cádiz
sábado, 21 de noviembre de 2009
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8 comentarios:
Un espiritu tan vivo y joven a pesar de no ser un chaval. Digno de admirar. Felicidades por la magnifica labor llevada a cabo en el ateneo. Un foraneo.
Está claro que el Ateneo ha pegado un cambio radical desde que Ignacio Moreno es su presidente. Mucha actividad cultural de la buena. Todo lo que dice tiene más verdad que un santo. Personas como él nos harian mucha falta en Cádiz.
Actitud valiente y reflexiva. No es normal que un gaditano sacuda las conciencias de los propios gaditanos y que haga pensar. Como dice Alcina, este Ignacio Moreno lleva mucho Cádiz en su venas.
A pesar de la imagen seria que da, esm un tio muy irónico y me consta que es un cachondo de tomo y lomo.
Me parece estupenda la labor de Ignacio Moreno en el Ateneo. Concretamente hace dos viernes asistí allí a un encuentro de blogueros con el que disfruté muchísimo.
Excelente y cuasi sorprendente la entrevista a Ignacio. Pero, mi querido Enrique, no estoy de acuerdo con aquello de la entradilla "Este hombre parece de otra época" y ¿sabes por qué? pues porque ser educado, solemne, defensor de consenso y cuasi escéptico del mítico Doce denota su gran actualidad. (Lo del sombrero se lo dejo a mi amigo Fernando Santiago: ostenta el copyright y no hay que hurtar ideas). !Claro que necesitamos un cambio de mentalidades! Y, claro, Ignacio: es imprescindible la pedagogía sobre todo en política (lo que al pueblo interesa)pero los "profesores políticos" deben estar avalados por su formación, su vocación y no sólo su ambición personal.
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