Un virus estomacal mantiene en vilo a Barroso, entre sus quehaceres diarios y el cuarto de baño. Episodios diarreicos, aquarius, arroz blanco, subidón del ácido úrico, comer y evacuar. Suena el teléfono celular del alcalde de Puerto Real, politono de La Internacional, "la comunista". Apocalipsis 2012. El veterano político e impenitente rebelde reivindica el papel de la Bahía en el Bicentenario y denuncia, de primeras, que "sólo un lerdo o una lerda incapaces de interpretar la historia pueden pensar que Cádiz y San Fernando eran una especie de cápsula". Y modula el tono de voz para enfatizar: "Los franceses llegan a Puerto Real a principios de 2010, destruyen el 80% de los caseríos, expolian las haciendas, incendian las cosechas, arrasan la ciudad y provocan la diáspora que deja prácticamente deshabitada la localidad. Si se puede hablar de una ciudad mártir, fue Puerto Real la que sufrió los efectos más lamentables de la ocupación militar". Por un lapsus de fechas, Barroso anuncia otra invasión para el Diez, el futuro ya es pasado, pero retorna al Bicentenario, que tanto le recuerda a "los fastos del 92". Sálvese quien pueda. Barroso ya se mostró insumiso al Quinto Centenario, ahora critica a derecha e izquierda, aun admitiendo que los socialistas "han tenido más sensibilidad con el Doce, pues cuando gobernaba el PP en Madrid ni siquiera contaron con San Fernando y lo dejaron todo en manos de Cádiz". Sospecha el alcalde que la conmemoración se dedicará casi en exclusiva a la "construcción de hitos que mantengan vivo el recuerdo de quienes los propiciaron, más que en un intento de conocer la historia y buscar identidades comunes. Sólo piensan en lograr fondos para rehabilitar edificios o mejorar algunas condiciones de la ciudad, lo cual me parece bien, pero habría que llegar más allá". Más allá de las mentes diminutas, como el célebre disco de Cai. A Barroso le parece asistir a "la reproducción del fenómeno de la Cartuja en Sevilla", si bien reconoce que el 92 tuvo efectos en la Sevilla metropolitana, del mismo modo que aboga por un Doce de Bahía. "La inmensa mayoría de la gente de la Bahía no sabe lo que pasó, la subcultura piconera y salinera nos conduce a la ignorancia". Y pone el dedo en la llaga: "Cádiz fue bombardeada desde diversos puntos de Puerto Real, pero fueron muy pocas las bombas que cayeron, lo de las bombas y los fanfarrones es otra falacia. La gente sufría y moría de hambre en Puerto Real mientras la flota inglesa mantenía al pueblo gaditano".
Traza imaginarias líneas Barroso en los planos del Doce, asienta al ejército francés en el actual campus universitario y en el cortijo de guerra, subraya que los franceses "nunca pasaron el puente Zuazo", algo así como el Missisipi de las películas de "combois da pejeta", y el alcalde puertorrealeño destaca el papel fundamental jugado por los salineros que repelieron la intentona franchute. Marismas convertidas en salinas, en defensa propia. Y muchos cuentos orientales. "Puerta Tierra es otra mentira, todo es una historia, si me apuras, carnavalesca. El decisivo ataque a las tropas francesas se produjo en el arsenal de la Carraca, entonces en el término municipal de Puerto Real, por no hablar del Trocadero, un hito en la historia de España, Inglaterra y Francia cuyo proyecto de recuperación sigue en fase de estudio. Qué gran oportunidad para recuperar la estructura militar defensiva de la época, y no sólo el Castillo de San Sebastián. Pues el Trocadero está hecho una porquería, mientras en París o Londres existen vestigios claros y magníficos de la batalla del 23, ¿qué respeto tienen los españoles por la historia?", pregunta en voz alta, no sin antes musitar: "Una aberración".
Otra paradoja del Doce: llamarán La Pepa al nuevo puente de acceso a Cádiz y no llegará a tiempo la rehabilitación del Puente Zuazo. "Es un escándalo", critica el alcalde Barroso, que defiende a San Fernando y también a Chiclana, "donde se puso fin a la ocupación francesa". "Sin embargo, agrega, tenemos que ir de pedigüeños para conseguir inversiones y seguimos sin participar en el Consorcio. Todo suena a controversia política interesada y a fastos que tienen más que ver con la Sección Femenina que con la verdadera investigación de la historia y el reconocimiento del papel de sus protagonistas. Conviene recordar que la dignidad de la patria, el límite de la ocupación francesa, se llamaba Puerto Real, ya fuera por el Puente Zuazo o por la fachada marítima. El caño de Cortadura, en calidad de fractura del teritorio para contener el avance francés, lo hicieron los puertorrealeños con sus propias manos". De ahí que Barroso reclame "el papel de los humildes, de los no ilustrados", en esta historia. "Ya estarán diciendo algunos, ya está Barroso, tendrá ganas de trincar pa su ciudad, como en el 92", se tercia a sí mismo. Y concluye que "quieren hacer del 2012 un cúmulo de exposiciones, bailes y actos alegóricos, como si estuviéramos en la Arcadia feliz y esta zona hubiera recibido a los invasores como a libertadores. Aquí hubo hambre, llanto, muerte y desgracia, se está cometiendo una clara agresión a la historia y una falta de respeto a quienes dieron su vida. El Ayuntamiento de Cádiz podrá quedar muy bien ante sus ciudadanos, pero no va a quedar bien ante la historia". Barroso repite dos veces la misma frase, acaso para remarcar. Y se lanza en picado: Habla de "pretensión cateta de interpretar la historia de forma absolutamente excluyente", y de "intoxicación mediática y gran capacidad de apropiarse de todo". Pasado y presente. "Sólo una mínima parte del nuevo puente tocará Cádiz, el resto se desarrollará en Puerto Real o permanecerá sobre el agua". "Pero aquí todos bailan el agua a la señora Martínez, que es un invento del Psoe", y recuerda el desembarco de Teófila en la política local a través del pacto entre populares y socialistas que arrebató la alcaldía de El Puerto al comunista Gómez Ojeda, octubre del 86, Teófila era morena, "no era una política avezada pero le dieron Urbanismo de la noche a la mañana". Barroso participó en el legendario pleno de aquella moción de censura, ofreció un vehemente discurso desde lo alto de un taburete. Tantos años después, continúa largando fiestas. "En el 92 casi me liquidan, pero decía lo mismo que ahora: que sirvan estos fastos para conocer la verdadera historia". Y se marcha al cuarto-baño, a dar rienda suelta a su virus, que tiene más peligro que un troyano. Arde Troya en el Doce de Barroso. Puerto Real también existe. La Pepa viaja en tren de cercanías.
Noviembre 09, Diario de Cádiz
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