El hombre que convulsionó el rock británico, y devolvió a la escena musical el espíritu perdido de los sesenta y el amor por las raíces del blues eléctrico, en época funesta discotequera, toca esta noche en La Bomba. John Wilkinson, a la sazón Wilko Johnson, recala en Cádiz cargado de mitos y leyendas, no en vano hay quienes lo consideran como uno de los guitarristas de rock & roll más excelsos de todos los tiempos, con permiso de Chuck Berry, el negro a quien los blancos robaron a mano armada la marca registrada de la música para el demonio. El impar inglés, procedente del condado de Essex, que compartiera liderazgo de Dr Feelgood con Lee Brilleaux, camina solo desde hace décadas, huyó del éxito fugaz y retornó a la caverna. He aquí su huella. Lllamen a los bomberos, Wilko en La Bomba. Eléctrica de Cádiz, atentos a la jugada.
Wilko Johnson, zurdo que toca con la postura de un diestro, multiplica sus efectos como si pulsara varias guitarras a la par. Toca sin púa, sus riffs poderosos y electrizantes levantan a un cadáver. Nadie ha olvidado su catálogo de convulsiones, brincos, movimientos robóticos y pavoneo de piernas sobre las tablas, así como sus correrías a lo largo y ancho del ritmo y blues. Tras regresar de unos meses de meditación en la India, el joven Wilko engrosó las filas de Doctor Feelgood en 1971, donde pasó seis años inolvidables, pasando de actuar en el circuito de pubs británico a los escenarios internacionales, de rescatar los viejos blues americanos cada noche a telonear a los Ramones, de beber de las fuentes clásicas a reinventar un sonido que dio paso, entre pitos y flautas, al punk rock que revolucionó el patio del rock. A los Feelgood les sobrevino el éxito masivo, todo un número uno en UK cuando se vendían discos, merced a uno de los álbumes en directo más celebrados de la historia, "Stupidity", pura adrenalina, botón de muestra de lo que era capaz Wilko, a fuego vivo, con su Fender Telecaster. Pero la magia se desvaneció en abril del 77, Wilko cogió la puerta y el Doctor no volvió a ser el mismo, jamás recuperaron los supervivientes esos conciertos demoledores y la manera de atacar el blues moderno. No obstante, se sitúa la banda entre las elegidas de aquella efeverscente y trascendental etapa que deparó grandes emociones y figuras rutilantes, desde Brinsley Schwarz a Graham Parker, pasando por Nick Lowe, Elvis Costello, los Stranglers o el mismísimo Ian Dury, quien acogió en el seno de sus Blockheads a Wilko tras su marcha de los Feelgood. Precisamente, Johnson incorpora como bajista en su propia banda, a un blockhead de postín, Norman Watt-Ray. El guitarrista aportó calidad y generosidad al grupo del genial Dury, a quien pocos le atribuyen la autoría de la célebre expresión "sexo, drogas y rocanrol". Fue él quien la empleó por vez primera. Y Wilko la ejecutó en escena con vehemencia y una técnica insuperable, energía a raudales y un toque maestro del guitarrista que estudió Filología inglesa antes de hallar su verdadera vocación: agitador de cuerpos eléctricos. Esta noche, el síncope.
Noviembre 09, Cultura, Diario de Cádiz
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