La banda alemana nunca supo quedarse quieta, ni abandonarse a presuntos éxitos o peligrosas subidas de humo y de ego, y en cada pasaje de su existencia ha girado su propio destino para no emularse a sí misma ni caer en la autocomplacencia. Impresionante su manera de ampliar horizontes, al más puro estilo jipi, pero con acento europeo.
Embryo significa fascinación por África, continente que sus miembros originales recorrieron en autobús, igual que hicieron luego en la India. Amor por la aventura, los nuevos mundos y las culturas complementarias. Cada vez que los músicos temían sumirse en la rutina, viajaban a un rincón remoto del planeta para reinventarse. Pakistán, China, Oriente Medio, los Embryo parecen una alucinógena agencia de viajes para todos los públicos. Y su música, una enciclopedia de sensaciones, no en vano el rock experimental alemán, denominado krautrock, subgénero del rock progresivo con numerosas ramificaciones, adopta hechuras de rock cósmico pero también de blues, jazz libre, minimalismo o música ambiental. Y su influencia no entiende de fronteras.
Marzo 10, Cultura, Diario de Cádiz
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