domingo, 30 de marzo de 2008

Bien público

Los tres músicos de Picasso



Ahora que los chavales sólo se acercan a la sección de hip hop de los supermercados, van Fito y los Fitipaldis y alcanzan el primer número uno en ventas del rock hispano en mucho tiempo. Ahora que el rock es un estilo más del maremágnum musical, con todos sus derivados, despojado del espíritu rebelde de antaño, va Elvis y se convierte en dominio público en casi toda Europa. Ya se sabe que Elvis vive, nadie lo discute, y que sus mánagers y familiares siempre han sido unos vivos, viva el royalty en adobo, pero pocos habían caído en la cuenta. En la UE, a los cincuenta años muere la propiedad intelectual, la licencia privada de las canciones, que pasan directamente a primera línea de playa. Cosas de la ley de costas musical, donde también prima la especulación y el pelotazo. El rock & roll antropológico ya es público. Paco Alba, también.
Las piezas de ritmo sincopado que hicieron bailar y crecer tantos tupés en movimiento, que influyeron de modo decisivo a varias generaciones de cantantes y músicos del planeta, comienzan a estar a libre disposición de quien quiera editarlas sin tener que pagar derechos de autor. Cualquier persona con dinero suficiente puede publicar "Rock around the clock", de Bill Haley, temas emblemáticos de Chuck Berry o la mencionada obra inicial de Elvis Presley, desde las grabaciones para Sun Records hasta el trascendental 1956, considerado el año del "boom" del rock and roll. "Mistery train", "Thats all right mama", "Heartbreak hotel", "Hound dog" ... y el año próximo, El Rock de la Cárcel. Sálvese quien pueda. Y lo peor está por venir para autores y descendientes que en las últimas décadas han amasado fortunas gracias a célebres grabaciones, clásicos del rock y sucedáneos. La música clásica y el jazz ya conocen esta circunstancia en primera persona, ya ven cómo proliferan las recopilaciones de artistas de primera fila o de géneros como el blues.
La caducidad del copyright de las obras musicales se ha demorado en Estados Unidos gracias a una iniciativa de Sonny Bono, el ex marido de la recauchutada Cher, quien logró que saliera adelante su proposición ante el Congreso yanqui, en 1998, por la cual nunca antes de 2019 expirarán los derechos, y en algunos casos hasta cien años después de su registro.
Otra cosa no, pero el amor de los americanos a la música es tal que el rock ha sido considerado patrimonio cultural por el Congreso de Estados Unidos, en cuya biblioteca se guardan grabaciones originales de Elvis Presley y Bob Dylan, por mencionar los casos en que un artista revolucionó el cuerpo y la mente del público, respectivamente. Aquí en España, mejor quedarse como estamos, no vayan a archivar en el Congreso un bodrio de los Hombres G, que la culturilla musical patria deja mucho que desear. ¿No lo sabe ya?
En Europa, en cambio, el rock será un chollo desde ya, por no hablar de la que se avecina cuando los derechos de los años sesenta vayan al garete, afectando a las apetitosas discografías de Beatles, Stones, Bob Dylan y tantos otros.
Las discográficas de tronío ya han echado cuentas y lloran pérdidas de medio billón de dólares hasta 2010, según el diario británico The Economist, que cifra el déficit en 500 millones de discos, el 3 por ciento del volumen del negocio total de música grabada. La piratería ya no será piratería, así las cosas, y se producirán hechos asombrosos. O quizá todo el mundo será pirata y la música se irá al Caibe. Camino va.
El legendario Cliff Richard, quien fuera líder de los Shadows, ha puesto e tema en manos de la Comisión Europea. Reclama que los derechos se mantengan al menos hasta 7 años después del fallecimiento del autor, y teme que sus canciones sean explotadas y alteradas sin tan siquiera citarle. Esta práctica ya es habitual en otras materias musicales.
Si la cosecha Elvis del 55 y 56 ya es de dominio público de ahí que la familia haya vendido a su padre y se editen cientos de recopilaciones de diverso pelaje, ocurre lo propio a los clásicos negros y blancos de la época: Chuck Berry, Buddy Holly, Eddie Cochran, Fats Domino, y tantos otros. En Cádiz, por trazar una línea paralela, para mosqueo de la Asociación de Autores del Carnaval, ya son de dominio público Los Bisabuelos de los Viejos del 55, los Sarracenos, los Julianes y los Guajiros. Paco Alba que está en los cielos y Enrique Villegas que está en la avenida del soterramiento jamás se forraron con los derechos de autor, maldita sea, y su obra, como la de tantos otros, es de dominio público, está al cabo de la calle desde que salió de un cuarto de ensayo. A ver quiénes son los peseteros en esta cuestión.
Todavía es pronto, pero en unos años se pondrán a temblar los herederos de Jimi Hendrix, Bob Marley y un sinfin de nombres de postín. Seguro que Yoko Ono tiene alguna idea para que Europa apoquine por la obra de su marido. Por cierto, la Justicia americana se niega a soltar en libertad provisional al asesino de John Lennon. Tendrá que escuchar el Rock de la Cárcel entre rejas, aunque el año que viene sea un bien público.

Octubre 06, Cultura (Diario de Cádiz)



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