En la foto se ve a Jesucristo, mismamente, con cara de circunstancias, a la vera de unos cuantos macetones la mar de floridos, que alguien sin nombre cambia cada mañana, y a su abuela. Juanito ve a su abuela con total claridad, pero sólo en las fotos digitales. La leyenda de las mujeres fantasmas en el barrio alto. Solera, decadencia y hermosos rincones por descubrir. Espectros de ayer y de hoy. Pase, no tema.
Juanito se acerca a su casa y trae un par de instantáneas, "mira a mi abuela, clavaíta, la pobre". En la parte inferior de la encalada pared, un rostro angulado envuelto en brumas, el brazo apoyado en el sillón y el traje de lunares que Juanito lleva grabado en su memoria desde que su abuela se fue, si es que se fue su abuela, porque miras la foto y la ves con ese aire tan digno y encantador que lucen las señoras mayores a la edad en que poco importa el figuroneo. Ella, que está muerta, sería capaz de atravesar paredes y de enfrentarse a problemas tan duros como las entendederas de los seres casi vivos, que últimamente no escuchan, ven sólo lo que les interesa y en general andan con los sentidos más bien averiados. Atrapados por el gran espejismo, no son capaces de advertir la verdad revelada, ni siquiera ciegos de pasión.
Juanito, en cambio, ve a su abuela, quizá sea el espíritu que habitó esa morada, pero los megapíxeles no engañan, imposible abandonarse a la imaginación, al querer y al ojalá. Sombras, luna llena, miedo a la claridad, yuyu familiar. Juanito no quiere publicidad, ni rollazos mediáticos; pasa de contar la historia de su abuela, a riesgo de que aparezcan los fantasmas fulleros de la tele para apropiarse de un pasado que juega en el patio, se monta en borricate de la razón empírica y corre por los pasillos de la nostalgia del futuro. No hay fronteras. Ni verdades hipotecadas.
Juanito vuelve otro día al mismo lugar imposible con otra foto bajo el brazo. Es su abuela con el mismo traje, la misma sonrisa y una mirada perdida en las profundidades del mar. Flores frescas, memoria virtual, ver para creer, claveles y amapolas. ¿Cómo era tu abuela, Juanito? Mi abuela era maravillosa. Es maravillosa. Más quisieran muchos fantasmas, los que no tienen abuela.
Enero 08, El Alambique, El Puerto (Diario de Cádiz)
domingo, 23 de marzo de 2008
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