domingo, 23 de marzo de 2008

El hombre que le partió la cintura al mundo


Mané trabaja de cocinero en el restaurante de Súper Paco, en Roche. Fíjate tú qué dos leyendas del fútbol amarillo. "Cuando él se fue del Cádiz llegué yo, en el 72; y cuando me marché, en el 83, vino de vuelta", recuerda Manuel Cosano Bernal, genio y figura, que regatea al olvido con todo el arte del mundo. "Mi mujer me dice que yo podría ser ahora multimillonario. ¿Qué quieres?, le pregunto yo. Antes había otra mentalidad, a mí me gustaba pescar, a todos nos gustaba el cachondeo Yo cojo el fútbol de hoy y no me tomo ni un cubata", bromea. "El fútbol de hoy es para inteligentes. Cualquier chavalito llega a un Primera y le dan un Ferrari. Yo conducía un Seat 1500 con las marchas en la mano". Y no vea cómo corría la banda, cómo practicaba el lindo deporte del engaño, la finta, el frenazo en seco y el gol imprevisible. Mané protagonizó los dos primeros ascensos del Cádiz, como Rosado, y se queda, de todas todas, con el Cádiz del 77, el "mejor equipo de la historia", y con "los tres años de Balmanya", precisamente antes de alcanzar la gloria. Mané nunca fue suplente, tan sólo quedó relegado al banquillo por el sargento Olsen, obligado por la norma de los sub20. Mané habla como jugaba; apura las palabras en la línea de fondo, enseña los verbos al defensa y los dispara con vehemencia y doble intención. Mané, toda una vida en el Cádiz, rezuma ahora cierto dolor cadista. Como casi todo el mundo, pero con más veras.
Entre el ayer y el presente, un abismo. "En el fútbol está todo inventado. Hoy quien más corre es el que gana. Puedes tener dos futbolistas sobresalientes pero los cogen un par de defensas normalitos, se pegan a ellos y ni se coscan. Ya no hay extremos como antes, dribladores, ahora nadie encara al defensa, sólo unos pocos como Messi. Y pagan fortunas por los defensas, no es normal los dineros que dan por gente como Cannavaro o Sergio Ramos". Mané pasa del pasado, cuando los defensas de Santander o Granada parecían muros infranqueables, al hoy descarnado y cruel. "Hace un año que no voy al estadio Carranza. Ya sabes que estuve en los juveniles, que tengo el carnet de entrenador de Regional, pero un día me dijeron que entrase por la puerta de los carros, por donde entran los mutilados, y no volví más. No voy a perderme ná", suspira. Como otros tantos veteranos de postín, Mané, dolido con los detalles del club, contrapone el cariño galleg. "Estuve sólo un año en el Deportivo de la Coruña, y medio año lesionado, y me mandaron los billetes de avión y de hotel para asistir al centenario del club. Qué diferencia".
Preguntado sobre el ojo del huracán que se cierne sobre la profesionalidad, la actitud de la plantilla cadista, azuzada en parte por el mismo presidente, Mané se muestra rotundo y castizo: "¿Qué coño van a hacer? Ya no tenemos opciones, tras tantos meses que si se sube, que si se baja, y los jugadores se han venido abajo. Es normal. Lo que hay en Cádiz es mucho derrotista, sólo en Cádiz existe ese fenómeno destructor. Estuve el otro día con Súper Paco en Sevilla y no veas la afición, una maravilla, qué manera de apoyar a los suyos. Aquí, es cierto, las cosas han cambiado en los últimos años y el 90% de los espectadores de Carranza son jóvenes que animan mucho al equipo. Cuando yo jugaba no perdonaban ni una. Y a mí, menos. Pero se mantiene el derrotismo en todas las esferas, y al gaditano no le pasan ni una. Yo mismo fui el jugador del Cádiz que ganaba menos, siempre fui el que menos cobraba, desde las 50.000 pesetas con 16 años hasta el millón y medio de pesetas en el 83. ¡De pesetas, no de euros, ehin!", matiza con cierta sorna. "Menos mal que Manuel de Diego me subió una mijita en el 77 ..."
En Cádiz, la cantera nunca lo tuvo fácil. "Llegaba uno de fuera y le daban quince o veinte millones de pesetas, y a nosotros, las migajas". Pero en el campo no había clases, ni distinciones, tan sólo talento y amor al Cádiz, un equipazo. Hicieron tan buenas migas aquellos mitos del Submarino, antes de que el Submarino adoptase tal condición, que "cada vez que vuelve a Cádiz, el chileno Carvallo viene a buscarme, pregunta por mí y volvemos a recordar los viejos tiempos junto a Villalba, Quino, Baena, Ibáñez ..." Hay fotos que lo atestiguan, y cariños de ultramar, y recuerdos en color sepia, y camisetas descoloridas, y goles como soles, y viejos que anhelan ese juego tan pulcro como voraz. Una década de Mané, además, dio para mucho, entre otras cosas se convirtió en ejemplo para los chavales: ejemplo de orgullo, digndad y clase. Mané, a veces, desesperaba al entendido y venenoso público gaditano: como un torero crecido en su propia leyenda, si se encajaba, retaba una y mil veces al defensa, le buscaba las cosquillas, daba pases imposibles, chutaba como si nada y ejercía de jugador vacilón en la cancha, como si estuviera en el colegio, con una naturalidad insultante. Ya no quedan futbolistas como Mané, para tristeza eterna del fútbol. Hasta sus escasos detractores echan de menos al extremo gaditano. Por algo será. Será por la emoción que impregnaba al fútbol.
Habla tan clarito Mané, auque con respeto a pasado y presente del club, que llega a decir que "aquí se criticaba a los nuestros con culaquier cosa y se idolatraba al que venía de fuera, y no sólo en fútbol. Mágico González, de hecho, se cachondeó de todos los gaditanos, pero se lo perdonaba todo porque era muy grande, un monstruo irrepetible. Pero se cachondeó de tol mundo", indica entre bromas y veras.
Retorno al presente. "Al Cádiz lo veo por la tele, leo las crónicas y escucho la radio, como cualquier aficionado, y creo que hay que echar a diez o doce futbolistas del tirón. No tienen categoría para estar en el Cádiz. Hay que hacer una limpia en condiciones y buscar profesionales para que lleven las riendas de la cantera, y no amigos del presidente. Gente que sepa. Profesionales del fútbol. Los profesionales se equivocan menos. Otra cosa es la suerte, que la pelota entre o no entre. Y hace falta gente de Cádiz. Que me digan qué fichaje ha hecho Benito, hombre, por favor". A Mané se le nota indignado cuando habla de su Cádiz, "el mejor mirado de Segunda, pero no la mejor plantilla como dijeron. Mentira. Había cinco o seis plantillas mejores". Mané tilda de pesetero a Muñoz, considera que el presidente "quiere quitarse de enmedio, si no lo ha vendido ya", y califica la situación actual de "auténtico desbarajuste". Eso sí, mantiene la esperanza de que "un grupo de gente de Cádiz compre las acciones del club y se dedique de lleno al fútbol".
Las excusas, los argumentos técnicos no sirven para Mané a la hora de comprender lo ocurrido durante la temporada interminable del 07. "¿El campo estrecho y corto? Sí, hombre, estrecho y corto, le van a doler las piernas a los futbolistas", y ríe a mandíbula batiente, con ese gesto de jugador pícaro y especial, con la exquisita calidad que siempre atesoró el extremo gaditano. Mané vuelve la vista atrás y piensa en voz alta: "No hace tiempo que no se ve una cintura partía en un campo de fútbol". Mané quebró un montón de ellas, que le pregunten a Stielike, el infatigable nibelungo del Madrid de los setenta y tantos. "A Stielike no le partí la cintura, la rompí dos cinturas en aquella jugada". Gol.

Mayo 07, Submarino Amarillo, Deportes (Diario de Cádiz)

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