Se ha roto en Cádiz. Literalmente, España se ha roto en Cádiz. Un motivo más para festejar. El Bicentenario de la Inmaculada Constitución, la capitalidad cultural iberoamericana, la cumbre de jefes de estado latinos, la gran barbacoa de la democracia y ahora el día de la banderita. ¡Viva la Pepi! De aquí al 2013, va a ser un no parar. La otra noche se cumplieron los peores augurios, o acaso fueran los mejores, y España se rompió en mil pedazos. Más bien se rajó, como vaticinaban, y cayó redonda, una, enorme y libre. Contento tiene que estar Rajoy. Tres veces sonó el himno de España la Rota, tres, mientras jalaban de la manivela nuestros prebostes. Y al final ocurrió lo que se barruntaba. En la plaza Sevilla tuvo que ser, mi arma. Hay que ver la que está liando Zapatero. Flag golosina, envidia cochina.
Cádiz 2012 será ... un bastinazo, ya lo dice el anuncio. Cádiz 2012, todos a la Sierra. De momento, Cádiz ha demostrado al mundo lo que es capaz de hacer ... con un pedazo de bandera: escoñarla sin compasión, dejarla pal arrastre, abrir el debate sobre la humedad reinante y la sucesión de doña Tecla, montar la pajarraca. Todo ello, sin una pizca de improvisación. En cuatro años, todos seremos una bandera, abanderados de la libertad, por más que reje Rajoy sobre la rajada rojigualda. Llueve sobre mojado. El sol sale para casi todos. Hay quien, no obstante, no ha entendido aún las virtudes que atesora la trimilenaria ciudad, por ejemplo, el sieso autor de cierto libro sobre las mil y pico ciudades que debe conocer antes de coger el camino del mancomunao, grueso volumen que ha indignado a propios y extraños en un lugar privilegiado de las librerías de postín de este culto y pintiparada rincón de la Piel de Toro. Cádiz no merece un lugar entre el millar de lugares con encanto del mundo. Hombre, por favor. Sólo Arcos de la Frontera, en el Sur del Sur. La gente no respeta ni que estamos en pleno cobazo del 2012, ya vuelan hacia las Américas los pájaros peperos y pájaros psociatas, cada uno por su lado, cada uno de ellos a costa del agropecuario público. Así que habrá dos 2012, lo que traducido resulta 4024, mande un ese eme ese al número ese y le sacaremos un par de leuros, incauto.
Lo dicho. Ese Lentísimo Ayuntamiento y el Consorcio antes llamado Mocedades, volcados de pleno en tales conmemoraciones, que por algo dentro de cuatro años hay elecciones, preparan con esmero empanao. De ahí que el mundo entero, y parte del extranjero, se halle pendiente de Cádiz, ojo avizor. Mirando con lupa en el corazón del centro neurálgico del planeta, la dichosa plaza de Sevilla. Con ustedes, la monumental y única Aduana, por la que se pelean a piñas los mejores arquitectos e ingenieros, así como los gaditanos de bien siempre al loro por las cosas de Cádiz-Cádiz aunque les cueste la vida alegre y divertida. A su vera, la estación de penitencia de Cádiz, estación terminal, pizza cuatro estaciones, un dolor de cabeza para taxistas, indígenas y visitantes ferroviarios, una estación del siglo antepasado, una estación del pasado inmediato y otra estación del 2002, llamada vulgarmente la soterrada, de cuando se inauguró el primer metro de Andalucía en loor de multitudes. A ver si toman ya medidas. La banderita de setenta metros, el pin de solapa intercontinental. Y al frente, el Palacio de Congresos, donde sortean los pisos que sobran en Cádiz, donde se presentó en sociedad un tal James Bond junto a la gran Halle Berry. Berry, Teo, Bond y otros concejales del montón, se llamó la peli.
Entre tantas virtudes universales, Cádiz confiesa también sus pecados, ahora que la Santa Iglesia ha clasificado unos pecadillos de nuevo cuño pa meter miedo al personal, pánico total en las comunidades de vecinos. Evasión de capitales no se practica en Cádiz, pero desde hace un par de décadas la evasión de la capital a poblaciones cercanas, y otras no tan cercanas como Castellón de la Plana, parecen dignas de mención. Delitos ecológicos apenas se dan en Cádiz, pues no hay ni zonas verdes. Acumulación de riquezas, tampoco, tan sólo los pasos de Semana Santa estrenan cunas cositas de oro y plata pa disimular cada año el ruinazo que soporta Cádiz en lo alto. Así que nada, todos al cielo de Cádiz, tol mundo iría del tirón al cielo de Cádiz si no fuera por el resto de nuevos pecados, sobre todo el de las drogas, incluido el pirriaque. Aquí manda mucho Drogados y Construcciones, amén de la economía submarina, la injusticia social, la manipulación genética, toma genoma gaditano, y la gula. Cádiz es de comer, ¿tendrá delito? Ahora saludan desde el infierno todos los politiquillos que han soltado algunos embustes durante las erecciones, fueron sin querer, y los capillitas asoman el coco advirtiendo que aquí nunca podría ocurrir lo que el calendario ha deparado en Valencia, Fallas y Semana Santa a la vez, al caribe el sexto mandamiento, no desearás al prójimo más próximo, acuda al confesionario dermoestético, abierto hasta el amanecer. Más inmobiliarias que iglesias, menos humildad que paciencia, mucho dolor y sacrificio. Vuelven los patos al parque, 2012 patos y una grulla.
Más pecados: dejar a Pepeblás fuera del Senado, la publicidad del yovoy, arrojar pipas al suelo, hacer una llamada perdida a la dignidad, no combatir a los chiquilicuatreros del nuevo siglo, pedir indulgencia, perder el norte, tener un póster de Baldasano, hablar bajito, hipotecarse hasta las cejas con tal de hacerse con una parcelita en el limbo y practicar el eslálom gigante aprovechando la cera de las calles. El último, que cierre, que entra la corriente.
Marzo 08, Crónicas Urbanas (Diario de Cádiz)
martes, 25 de marzo de 2008
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