El Baracaldo, único equipo que en la presente temporada ha ganado dos veces al Real Unión de Irún, cerró la trilogía vasca en 1976, ante un Cádiz nacido para escalar a Primera y que estuvo a punto de descender al infierno, una historia repetida. Una de las mejores plantillas de la historia que, al año siguiente, con algún retoque, consumó su ascenso a la gloria. Pero antes pasó fatiguitas. Vicente Alonso, el presidente de entonces, solicitó al concluir la Liga a Luis Escarti que se hiciera cargo del plantel con vistas a la promoción. Para que salvase el cuello al club amarillo. "Un marrón", confiesa. Marrón al cuadrado, por Escarti nació en Baracaldo. Miembro de una extensa familia de ocho hermanos, conoce de primera mano las vueltas de la vida. Cuando quedó viuda, a los 44 años, su madre tuvo que retornar a la Fábrica de Tabacos, de la que salió vía excedencia para formar la familia en el País Vasco. Así que los Escarti, unos nacidos en el Sur y otros en el Norte, se reparten por ambos costados de la Piel de Toro, como el corazón de una madre.
Cuando el azar, y el destino del balón redondo, unió a Baracaldo y Cádiz en la promoción decisiva, el diario El Correo Vasco tituló: "Un baracaldés a cargo del Cádiz", y la gente más fanática no ahorró adjetivos chungos dedicados a Escarti, "desde moro hasta renegado", pasando por algún que otro recuerdo a su madre. El joven Luis Escarti, avezado entrenador de urgencias con veintitantos años pero ya amplia experiencia en el club, donde hoy vuelve a liderar la cantera, se enfrentaba a su reto más complicado. "Él, que a los seis años acudía por la mañana al estadio de Lasesarre y por la tarde a San Mamés", para ver al Baracaldo y al Athletic, respectivamente, se disponía a hundir en la miseria a su pueblo natal, por así decirlo.
Años después, politiqueo al margen, Escarti recuerda que el Athletic de Bilbao "era el equipo de los españoles", cuando los españoles aún no se dividían en blancos o culés, ni en rojos o azules, ni en listos o tontos. Curiosamente, sin democracia en libertad condicional, en plena dictadura, el país se llenaba de peñas bilbáinas, en Cádiz gustaba mucho el Athletic. Escarti recuerda con tristeza el abucheo general en la final de Copa de anteayer. "Hoy hay mucho miedo, mucho odio, rencores que en el fútbol nunca habían entrado. Es como si nos ponemos a silbar el himno francés o inglés en un partido de selecciones. No hay respeto". Lo que hay, asimismo, es una censura considerable y un ruido de fondo curioso.
Curiosamente, el Real Unión, que militó en Primera División antes de la Guerra, disputó su último partido en casa, en el año 32, ante el Real Madrid, a quien dejó fuera de la Copa meses atrás, en heroicos partidos aparentemente desiguales. "También el Ejido eliminó a Español y Villarreal. El Real Unión cogió fama por sus partidos ante el Madrid, pero no era el potente Madrid de los últimos meses. El Cádiz era el rival más temible en el bombo, por su afición, por la gran campaña que llevamos. El ambiente del domingo será espectacular ..." Escarti sueña en voz alta y se acuerda hasta de la Virgen del Rosario. "Hay que ascender como sea, aunque sea en el último minuto ..." Luis frena en seco, iba a decir de penalti, pero rectifica en su fuero interno, más vale no recordar la pena máxima, la máxima pena de Alicante. "Nos vio bajar, de aquella manera, toda España, pues habían terminado todas las competiciones e incluso todos los partidos de la jornada final de Segunda. Minuto 96, tiro al palo, al cuerpo del portero y fuera, por Dios ..."
El Baracaldo del 76 "tenía un equipazo", y recibía a sus adversarios "en un campo parecido al antiguo Marqués de Varela, con el público pegado y un ambiente de categoría", rememora Escarti como si fuera ayer. Lecciones que imparte el fútbol para quienes quieran asumirlas. El Cádiz venció en la ida con holgura, tres a cero, goles de Villalba, Carvallo y Quetglás, y se las prometía felices. "Pero lo pasamos fatal en Lasesarre". El Cádiz perdió 3-2 y salió airoso del trance, pero sus jugadores aún están despejando de cabeza la retahíla de centros y saques de esquina que encadenaron los vascos, que son insistentes e inasequibles al desaliento en todos los órdenes de la vida. Cuentan las crónicas que Escarti, en los momentos críticos del choque de vuelta, dejó el banquillo y se puso a rezar. "Es cierto, me puse a rezar". Y agrega que "Bocoya realizó un partidazo, todo resultó complicado desde el jueves, pues recibimos una carta comunicando el castigo a Ortega y para colmo, en Bilbao, se lesionó Mané". "Yo pensé: como perdamos la promoción, con tres a cero en la ida y para colmo habiendo nacido en Baracaldo, me tengo qiue ir de Cádiz", ironiza ahora. Aquella plantilla ofrecía, además, otros nombres vascos como Cenitagoya y Urruchurtu, amén del gran Ricardo Ibáñez, "uno de los mejores futbolistas de la historia del club", rubrica Escarti. Sin obviar al chileno Carvallo, acaso el más brillante de todos. "Como jugador y como persona. Mágico fue muy grande como jugador, pero también un desastre como persona. Aún recuerdo cuando vino la Fiorentina a por él y se perdió cuatro días, o cuando se rajó de la gira del Barcelona ..." Las cosas del Mago. Carvallo era diferente a todos, como el actual director deportivo del Real Unión, López Ufarte, o el legendario ariete del Éibar que se enfrentó ante el Cádiz, José Eulogio Gárate, que luego triunfó en el Atlético de Madrid y en la selección hispana. Escarti era un niño por entonces. Y en los tiempos de la promoción contra el Sestao ya dirigía el Cádiz juvenil. Este vasco-andaluz puede ronear de haber participado en épocas tan dispares como apasionantes junto a Márquez Veiga, Alonso, De Diego, Irigoyen y Muñoz. Y de haber trabajado en el Cádiz junto a Balmanya, Arza, Barinaga, Olsen, Mateos, Moreno y Milosevic. Los recita de carrerilla. Hoy, curtido por mil batallas, advierte que "hay que tener cuidado, y no confiarse ni con un tres-cero en la ida". La vida, a dos partidos. Confianza ciega en los suyos. El fútbol, ya se sabe, es un estado de ánimo. Y la suerte, un tiro al aire. Muñoz sacó la bola amarilla, Iniesta marcó y enarboló la amarilla, al Barcelona le atrasaron el alirón con otra camisola amarilla, y la fiebre suele ser amarilla.
Posdata para agoreros y acojonados: el Real Unión no posee misiles nucleares, ni fabrica armas químicas. Si leyó en los letreros de Onda Cádiz que el Cádiz se enfrentará al Real Unión de Irán, no tema, fue un error, como lo del himno en la final de Copa.
Mayo 09, Deportes, Diario de Cádiz
4 comentarios:
buenas;
te he pillado la entrada y le he puesto un enlace desde un blog que hacemos desde Benalup-Casas Viejas.
http://ben-alud.blogspot.com/
Un saludo, Sito.
gracias, Sito, un blog de Casas Viejas, lo pondré por aquí pa que todo quede en casa, o al menos cerquita, un abrazooooo ... que tengamos suerte mañana, hay que subir como sea, salud !!!
Alcina, que ya mismo vamos a estar en segunda!!! y yo este fin de semana en Huelva, sin poder estar en el Carranza....
ahí estamos, Charo, golazo de Toedtli y a soñar ... aunque sea con un cero a cero ... no veas las patás que se dieron, son jevis estos irundarras, el domingo, ineavitablemente, vamos a sufrir, pero así será más placentero, salud !!!!
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