Sevilla tiene un calor especial. Bruce ya lo ha sufrido en sus carnes, igual que las pésimas condiciones de sonido del estadio de La Cartuja. El Boss no sonó bien. De apoteosis, nada. Y del ramillete de clásicos, tampoco se supo demasiado. Springsteeen y su banda superaron con creces los requisitos técnicos, pero el concierto careció de matices, hubo canciones que se presentaron como un mazacote, la E Street Band apenas pudo lucirse, tan sólo el extraordinario Max Weinberg a la batería y el "hombre grande", Clarence Clemmons, dieron muestras inequívocas de su poderío. Miami Van Zandt se vio perjudicado por el escaso acierto de los técnicos de sonido y las características del recinto olímpìco, demasiado abierto, demasiado amplio para un concierto de rock & roll. Con todo, el Boss se marcó una noche trepidante, comunicó desde el inicio, salió airoso del trance con una exhibición de alta tensión dramática.
A Bruce nunca le gustaron los grandes estadios. Por mil motivos. A mediados de los años ochenta, coincidiendo con la explosión comercial de "Born in the Usa", tuvo que plegarse a las giras mastodónticas que pusieron en boga Madonna, Prince, Michael Jackson, los Genesis del funesto Phil Collins o la misma Tina Turner. Curiosamente, Bruce interpretó anteanoche cinco temas de dicho álbum, aunque no dejó caer el que le da título. Anunciaban una retahíla de composiciones míticas y no ocurrió tal cosa con exactitud. Aunque la banda ofreció numerosas piezas de su dilatada carrera, y en especial sus grandes éxitos para todos los públicos, convengamos en que sólo tocó una perla de sus dos primeros discos, la inesperada "E Street Shuffle"; sólo dos ejemplos de "Born to run", el homónimo y "She's the one"; otros dos de "Darkness on the edge of the town": "Badlands" y "Promise land", y las cinco referidas de "Born in the Usa", sin olvidar un par de referencias a "The river". Pasó por alto su Túnel del Amor y encandiló con "Johnny 99" de Nebraska. Hasta ahí los clásicos. Sonadas ausencias: "Thunder road", "Rosalita" y media docena más de títulos, a elegir según gustos personales. En cambio, Bruce sorprendió con "41 shots", tediosa versión editada en single una década atrás, y recuperó pasajes de su etapas gloriosas con "Quarter to three", "Seeds", "Youngstown" o "Twist and shout", que traducida resulta La Bamba o Like a Rolling Stone. Por cierto, en los bises Max, el mejor batería que he visto nunca, cedió los trastos a su hijo, que tampoco es manco !!
Comparando setlists, produce envidia el concierto anterior de Bilbao, donde tocó Thunder Road, Jungleland, Because the Night, Rosalita y The River.
El sonido mejoró en ciertos instantes de puro frenesí, pero no demasiado. Demasiado estadio. Imposible fijar detalles al piano, ni medir las melodías, ni acompañar las letras con precisión. La música fue lo de menos, como suele ocurrir en estos acontecimientos. Si las pantallas retransmitían en directo el concierto desde sus entrañas, de un modo brillante y admirable, la gente también montó su particular plató; fotos, videos, más fotos de grupo, saluda a la cámara, estuvimos aquí, y pese a ello Bruce consiguió concentrarse y dar lo mejor de sí mismo. Lástima que se perdieran en el limbo parte de la atmósfera y de los registros sonoros. A pocos pareció importar tal extremo, en plena fiesta de los sentidos. Gran morazo colectivo. A tres euros la cervecita, por cierto.
Bruce, pura energía, no concedió respiro, enlazó casi todos los temas al grito de "one, two, three", y quizá se echase en falta algún momento para tomar aliento con las baladas que tanto brillan en su repertorio. Tal vez se trate de la última oportunidad de ver al Bruce rockero con la majestuosa Banda de la Calle E, que no sonaron bien pero emocionaron al personal. El futuro del rock & roll se resiste a engrosar las filas del pasado. La crisis de los sesenta no pasa por Bruce, que provocó un benigno incendio en La Cartuja, a riesgo de parecer una parodia de sí mismo. Lo pasó en grande viendo disfrutar a la gente. Volcó su honestidad en tres horas memorables, renovó el mensaje de libertad, mantuvo en vilo a la gente, volvió a brillar su capacidad de envolver al público en su particular comunidad, pero no sonó bien. Ni mucho menos. La música se perdió por los contornos del estadio, no golpeaba en el estómago del oyente, nunca se paseó a sus anchas por el césped y las gradas, y aun así logró conectar el artista, un milagro contra la técnica. Encanto y desencanto a partes iguales. Bruce fue más grande que La Cartuja, pero las cosas como suenan.
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4 comentarios:
Chico... pues qué quieres que te diga. A pie de césped, a diez metros del escenario, yo escuchaba todo perfectamente. En cuanto a los músicos, no veo tacha en la actuación de ninguno de ellos, y si la acústica del estadio perjudicó a Miami Steve, supongo que a Nils o al mismo Bruce a la guitarra también lo harían. ¿Y dices que no tocó el tema que da nombre al álbum? Pues tocó "Working on a dream", ya lo creo. Silbaba Clarence... ¿habías ido al servicio a ver cómo te inventabas la crónica? Te has lucido, macho.
Vaya hombre. A pie de césped se escuchaba de pena, quizá tan cerca cogiste un atracón de decibelios o algo, muchacho. Pregunta por ahí, el sonido era un barullo, sin matices. No sé de dónde te sacas que digo que no tocó el tema que da nombre al álbum, a qué album? me parece que te has liado un poco ... Lo que no tocó fue Born in the Usa, a ver si nos fijamos mejor, a ver si escuchamos y leemos mejor, chico. No fui al servicio porque estabas tú meando en uno de esos iglús, chaval, y de inventarme crónicas nada, si tú no respetas yo tampoco te respeto, listillo ... de todos modos, si escuchabas perfectamente, premio para ti. Yo me lo haría mirar. Te has lucido, macho.
Con respecto a lo del sonido, me lo creo. En el pasado concierto de Heroes del Silencio en el estadio de la Cartuja se escuchaba de pena, penita, pena. Yo estaba situado en el cesped al final y retumbaban los golpes de bateria descompasados y casi no se escuchaba la voz. Me quedé flipado de lo mal que se oía.
Saludos, Enrique.
hola Carlo, me da coraje tener que abundar en el sonido de Bruce en Sevilla, la otra mañana debatieron en la radio en torno al asunto y concluyeron que el estadio es casi ingobernable ... pasó lo que apuntas, sonido embarullao, las tres guitarras a la gresca, los teclados sin matices, mucho ruido de fondo, las melodías perdiéndose en el limbo. Nadie discute al Boss, claro, que estuvo inmenso, arrebatador, generoso, pero no sonó en condiciones, qué le vamos a hacer ... un abrazo, ciudadano gaditano !!
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