Un patio de colegio lleno de chavales, había chavales encaramados a los árboles, a las azoteas, a los muros, muchos de ellos entonaban por primera vez el grito de libertad, bailaron su primer rocanrol sobre los recuerdos de sus mayores, sentían el suelo palpitar, y a la par abrían su mente a un tiempo efervescente, a las puertas de la percepción que se presentaban ante sí con años de retraso. Miguel Ríos trajo su exitoso Rock & Ríos a El Puerto de Santa María. Los aficionados al rock ya disfrutaban de conciertos de rock andaluz, rock sinfónico, algo de rock madrileño, y en sus tocatas sonaban, sin prejuicios, los clásicos y los modernos, los precursores y los nuevaoleros. Pero hasta la fecha, verano del 82, no habían presenciado en directo algo semejante. Si áun no existe en España una infraestructura musical en condiciones, imagine hace tantos años. Miguel Ríos tiene mucha culpa de que el rock saliera de las cavernas. El concierto resultó eléctrico, vibrante, rompedor, sin respiro, basta con escuchar el disco que ilustra aquella gira para percatarse del clima, la tensión, la euforia, el ritmo de unos días trepidantes. Hoy, Miguel Ríos, tras una carrera plena de luces y sombras, celebra su última gira, la del adiós. Sus compañeros han grabado un disco de homenaje. Merecido homenaje a una voz del sur del rocanrol.
A Miguel lon hundieron del tirón, le buscaron las cosquillas a la siguiente, perdió dinero en algunas giras posteriores a su momento culminante, pero ofreció mucha música de calidad. Quizá no le perdonasen sus discursos demagógicos entre canción y canción, su postura de líder, la canción que alentó el cambio, y que utilizó Felipe para alcanzar el poder. En España, en líneas generales, la gente no quiere a sus artistas. Miguel lo sufrió en sus carnes, pero también tocó el cielo.
El chaval rocanrolero que marchó de Granada a Madrid para buscarse la vida en la radio triunfó sin operaciones dermohistéricas, se alzó a la cúspide con el Himno de la Alegría, regresó al rock cuando los vientos soplaban propicios, publicó algunos discos memorables y otros irregulares, se decantó por la tele en programas discutibles pero históricos, enlazó generaciones de músicos, mimó a algunos talentos, se dejó querer por los cantautores y de vez en cuando retornó a la senda. Frente a otros productos de finales del siglo pasado, la música de Miguel Ríos se mantiene vigente, escuchen el año 2000 no más. Lástima que el disco de homenaje oficial, nada que ver con otro más modesto que circula por ahí y que parece más sincero, suene de aquella manera, abundan las versiones flojas o desafortunadas, salvo excepciones, pocos rockeros se suman a la iniciativa, aunque cuelan a algún rondón, y da la sensación de que nadie como Miguel para cantar sus propios temas.
Ahí va una crónica del primer concierto de la gira de despedida ...http://www.efeeme.com/noticias/noticias_ficha.aspx?id=4829
martes, 14 de julio de 2009
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