El Falla siente también la erótica del poder. No, espérate. Hombre, porfavó. El Selu, el que sabe-sabe, aplica una vuelta de tuerca al ya jartible antipiropo a la alcaldesa y la llama guapa, ensalza la belleza de doña Teo, recuerda el ajetreo, la vitalidad, pum, pum, pum, elogia sus infraestructuras y remata la copla de esta guisa: "Aquí somos todos de izquierdas, pero cuando hay elecciones veo la rajita de su urna y allí mismo le meto el voto". Ííííín. El que lo coja pa él. Las cosas de Cádiz, el doble sentido democrático, los apuntes sociológicos de la chirigota que suele presentar auténticos retratos. Y letras para asimilar, sin obviedades, listas para el microondas. Como la que habla del "plan de los jóvenes" y su amor propio. Entre tanto tufillo a musical descafeinado, se agradece la agudeza del Selu, la sinceridad de Juan Fernández, las travesuras del Sheriff o la transparencia de ideas de otras agrupaciones que, acaso sin pretenderlo, confiesan sus celos a las chirigotas callejeras, dejan patente que nunca debieron cruzar el Missisipi de preliminares o llegan convencidos del éxito ficticio, exigiendo, chantajeando, abusando del gerundio. Qué doló de ellas. Algo habrán hecho con el atrezzo.
A la gente que acude al Mercafalla le gustan los golpes con marcas registradas, rechaza las letras pa devolver y, a veces, pa qué lo vamos a negar, reclama a los autores de Carnaval la coherencia, integridad y valentía que el resto del planeta gaditano no demuestra durante el resto del año. La chirigota de cajeras y la comparsa de currelantes de sueños reafirman su compromiso social. Entre las grandes ofertas de 3 por 4 se encuentran geográficas reivindicaciones de Andalucía, "abandoná en el callejón, pese a su inmensa cultura, sin trabajo, rebuscando entre las sobras de la basura". Por no hablar del pasodoble versus los malos tratos, que aboga por "abrir puertas, no callarlo, que el vecino del Tercero pega a su mujer borracho". A las mujeres les encanta, dicho sea de paso, el lado femenino de las agrupaciones masculinas, ellos lo saben y se dejan querer a cambio de ponerse en la piel de ellas. Parece fácil. No lo es. Lulu, el hombre de las tres piernas, entiende más de comunicación que un catedrático de Tontería.
Para escuchar las coplas, nada mejor que un transistor a pilas. La radio invita a escuchar, en los demás medios se oye el concurso; en la radio se le ven hasta las ideas al Falla. Sin conservantes ni colorantes.
En el concurso de ideas del Falla, la comparsa de Juan Fernández contesta a la comparsa de Antonio Martín. Con clase, sin improperios, aquí cada uno lleva su razón. "No nací en la calle San Vicente, ni soy viñero, ni caletero", prologa Fernández para situar la acción, no sin antes abundar en la lucha de Astilleros y Delphi, denunciar que no vio a los autores carnavalescos en las manifestaciones y cerrar su diatriba interpelando a lo cantado por Martín: "El Carnaval pertenece a La Viña y al mundo entero". Para subrayar su condición rebelde e hiperrealista, la comparsa pone el eedo en la llaga del trabajo y la vivienda, mira a la tierra prometida de Castellón y lamenta que el gaditano viva en un paraíso terrenal muy hermoso pero sin futuro para la juventud. "A ver si hay suerte".
Febrero 09, Carnaval, Diario de Cádiz
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