miércoles, 18 de febrero de 2009

Cualquier día revienta la fiera

Pa que digan. Nadie puede domar a la fiera del Falla. Si acaso, secuestrarla, subastarla, manipularla, explotarla, pero domesticarla, jamás. Pa qué morderse la lengua. Este año se mojan, oiga. Algo estará pasando. En la hora final, las agrupaciones se confiesan por derecho, aparcan las letras standard y hablan clarito al mundo, a los políticos locales y nacionales, a los dueños del dinero, a la Iglesia católica, a jueces y periodistas, e incluso al Dios Padre. La madre de todas las batallas copleras va a estallar. Tralla contra la crisis, reproches al clero, defensa a ultranza de la mujer inmigrante, críticas a proyectos municipales, cachondeíto por doquier, bromas y veras. Por ahí celebran el espectáculo de la muerte, los muertos del morbo, y aquí la gente escribe a diario su repertorio vital, total, son tres días de categoría. Las semifinales del mundial de coplas, análisis exhaustivo del planeta Cádiz y sus satélites, incluida la hermana Jerez, la querida Sevilla, la lejana Sebastopol.
No parece casualidad que en Cádiz canten a las fábricas de sueños, el trabajo se ha convertido en una quimera; ni que los chirigoteros se conviertan en cajeras, dibujitos animados, mariquitas, jubilaos, artilugios electrónicos, pilotos o diseñadores de cabelleras y hechuras diversas. Cada repertorio guarda un secreto a voces, la moraleja de unos noctámbulos, la sabiduría de los chicucos, la osadía de los plumillas de antaño, los masones, los gitanos o los indiana jones de Cádiz, manda jones. Tampoco se antoja gratuito que coincidan Beatles y Rolling Stones en el Madison Square Garden del Mentidero, ni que el público vibre con la función diaria de la linda confusión.
Los autores se han quedado con la copla, la gente hace suya un repertorio global. A saber. Toquetazos a las caras de la crisis. Los cañamaques pintan colas de necesitados, nuevos pobres, mendigos, parados, exiliados. Y recuerda a los españolitos, apesadumbrados tras bajar de la nube del lujo ficticio, que en Cádiz se combate la crisis de toda la vida. Cádiz sonríe por no clamar contra la vergüenza de la justicia, el periodismo, los ladrones, terroristas y demás sinvergüenzas. Pastrana, por una vez, se queda corto. También largan fiestas las cajeras del Sheriff de esta guisa tan guerrera: "No nos paran de explotar, cualquier día reviento". Sueldos de miseria, recortes a los derechos de los trabajadores. Un sueldo pa la hipoteca, otro pa comer, así se desdobla la juventud, la que trabaja. La otra se marcha con la música a otra parte de Castellón.
Precaución, amiga concejala, cantan las muchachas de Juan Disney a la edil scalextric, cuidaíto con la velocidad, y con el radar de la Avenida. El Canijo muestra su versatilidad en la misma noche, pues escribe para chirigotas y comparsas, puro equilibrismo. Magníficos sus pasodobles a Los Majaras, impresionantes Los Majaras haciendo los mandaos, letras en papel de estraza, picantes pa los cuplesitos, un viaje en Vaporcito de El Puerto a Cai. Y en los cuplés la comparsa pide disculpas a su manera a los jerezanos y aclaran que la eterna pugna entre ciudades se ciñe al fútbol. Hermanos para siempre, pero que no suba el Xerez, sugiere el subconsciente impertinente gaditano submarino amarillo es. Al tiempo.
La profanación de La Caleta según Bienvenido y cía, la alusión al Solitario, héroe nacional si no fuera prque apretó el gatillo, y un cuplé enciclopédico del Selu. Un guiño con guasa y crítica al borracho del 92 que se cagonlomuerto de quien retiró la verja del muelle: hoy se acuerda de las castas del que "ha movido tó menos la reja". Los popurrís chirigoteros crecen, los pasodobles se ven venir, y hasta la Iglesia recibe dos avisos para la reflexión. Las cajeras no hallan signos de pecado en traer a un hijo para salvar a su hermano, dan gracias a quien sea por el milagro de la ciencia. A Dios, quizás. Y los mariquitas incrsutados en el ropero, entre otras razones por la sinrazón de la cúpula de la Iglesia, cantan cara a cara a Dios Padre, se sienten diferentes por la gracia de Dios. Lecciones de humanidad, lecciones de libertad en estribillo y pamplinas variadas. Como cantan los pelambreras de Pardo, el encanto y el misterio del Falla no tienen rival. Ni las coplas redondas que mantienen al espectador en vilo, esperando un desenlace que sabe a gloria.

Febrero 09, Carnaval, Diario de Cádiz
Foto de Lourdes de Vicente

5 comentarios:

Anónimo dijo...

"Las semifinales del mundial de coplas, análisis exhaustivo del planeta Cádiz y sus satélites, incluida la hermana Jerez, la querida Sevilla, la lejana Sebastopol."

Jajajaja (se que es broma, vaya por delante). Que bueno. Es cierto eso del caracter geocentrista de los gaditanos de cadi cadi. ¿Caicentrismo?.

Para los foráneos: Cádiz-Cádiz: 125.000 (y bajando), Jerez: (210.000 y subiendo), Sevilla (705.000, el doble con su área metropolitana), Sebastopol: unos 400.000 aprox.

Que bueno... uno de los mejores similes que he escuchado. El Planeta Cádiz con su pequeños satelititos.

Enrique Alcina Echeverría dijo...

jajajaja, Cádiz representa el ombligo y tó lo demás gira alrededor durante los Carnavales, ya pronto nos callaremos, jeje. Centralismo gadita, ya se sabe que el fanático no ve más allá de Puertatierra, en concreto la cafetería Río Saja, considerada como una venta pal recalctrante, jeje.
Po mira, es verdad que los satélites del amor nos superan con creces en cantidad de habitantes, que no en calidad, jeje. Además, Cádiz cuanto más chiquita más bonita y tranquila, ahora la están taladrando pa sacar plazas de aparcamiento, los coches se van a caer por las murallas, pronto habrá más coches que gente.
Gracias, Max, fue una broma, claro, esos chovinismos exacerbados perjudican más de la cuenta, pero bueno, Cádiz es tan suya que merece una galaxia pa desahogarse, Cádiz es un astro pequeñito con un mundo de particularidades, salud !!!

Anónimo dijo...

Tal vez ese sea su mayor defecto. No se la tiene como a un "medio", al contrario, como a un "fin". Cádiz no es el medio de vida de los gaditanos, no es el medio de disfrutarla, sino que el fin de la vida de un gaditano es vivir en Cadi-Cadi. O sea, denostar lo que hay más alla, no ya de Cortadura, sino de Puertatierra. ¿Esto, que puede ser 3 Kms cuadrados? Muy fuerte.

Contaba el otro día Faemino Cansado, que en estos días de Carnaval se daba cuenta del drama que suponía para un gaditano, ir a trabajar y a vivir a otro lugar de España. Supongo que un gaditano diría "es que tu no sabes que es vivir en Cádiz", pero se le puede responder que La Caleta y La Concha de San Sebastián no se tienen nada que envidiar la una a la otra, o que ver el Castillo de San Sebastián en el horizonte puede dar una sensación similar a la de ver a la roca de Gibraltar, o que la Catedral de Cádiz es equiparable en belleza a la de Santiago.

Lo que intento decir es que el gaditano debería disfrutar con naturalidad de su ciudad, no intentar aferrarse a ella como si la vida se le fuera en ello. Y que es imposible que tanta gente como quiere vivir alli lo puedan hacer.

Incluso conozco gente que no quiere que acudan turistas para que no se llene de guiris.

En fin, que esperemos que no pase como en los malos matrimonios, y al final el gaditano no diga sobre Cádiz "la mate porque la quería". Un asunto complejo este de andar con armas de doble filo. Buenooooo, un saludoooo, te leooo

Anónimo dijo...

Suscribo en buena parte las palabras de Max, el chovinismo necio del triángulo gadita es muy abductor y hay que ser fuerte y perseverante para no sucumbir, y cuando viajas has de saber disfrutar como un niño de las maravillas que te encuentras. Pero llevas razón estamos enfermos.
Aunque Cádiz no son sólo sus monumentos o su diseño urbanístico, ni una playita pequeña con encanto natural, es, son sus gentes. Ese ritmo parsimonioso, esa filosofía del absurdo, ver la gracia hasta en los asuntos más delicados, darle la vuelta a la cola y hacer de ella todo un espectáculo de buen humor, el semblante de la alegría. No sé, supongo que seremos una reserva para todos los enfermos de la unidad cardiaca de cualquier hospital. Ver marchar el autobús y no desesperarse, si enmientras ya viene otro. Las distancias cortas se vuelven largas pero no te apures con la bulla. La musicalidad de sus calles estrechas, con o sin mojones (mejor sin). Y mil cosas, mil razones más. La guasa. El ambiente a rancio mezclado con un biterkas, de colores. La calidad de su vida imperturbable a desafíos. El salir a hacer un mandaíto, enseguida vuelvo.
No será del todo ideal pero respiras la brisa de la bajamar y vas pausando el reloj. La luz de sol le da calidez. El mundo puede esperar un momentito.
Salud.

Anónimo dijo...

No ponga palabras en mi boca que yo no he dicho. En ningún momento he dicho que estemos enfermos. Yo no voy a ser quien discuta lo maravillosa que es la gente de Cádiz, ni sus calles. Coincido en la descripción que haces de su forma de vida. Pero que en ocasiones parece que tras Puertatierra la vida es invivible. Y ni mucho menos. Gente y lugares maravillosos los hay en todos lados.

Respecto a las características que dices, muchas de ellas son inherentes a Andalucía completa, no a nuestro rincón.

Respecto a lo de la tranquilidad, no puedo estar en más desacuerdo contigo. Yo he vivido en Madrid. Y he vivido más tranquilo que aquí. A mi no me afecta que la gente vaya corriendo de aquí para allá, yo se donde voy y al ritmo al que voy. Pero en cambio, si me pongo nervioso cuando, aquí, tengo todo el tiempo del mundo, pero no un trabajo donde aprovecharlo.

Y respecto al ejemplo del autobus, estoy en las antípodas. Aquí, cuando veo un autobus urbano o interurbano marchar, me pego patadas en el culo para intentar cogerlo... porque sé que no viene otro hasta dentro de media hora (o un cuarto de hora en el mejor de los casos). Pero la tranquilidad que yo experimenté la primera vez que bajando las escaleras del metro de Madrid se marchaba el metro y no hice ni el intento de salir corriendo porque sabía que en 3 MINUTOS venía el siguiente... bueno... eso no se paga con dinero (y aquí me salió a la luz el cateto que no ha conocido otra cosas, otros servicios públicos, y que todos llevamos dentro).

En resumen, lo que intento expresar es que en la templanza esta la virtud. Que Cádiz es un lugar maravilloso para vivir, pero que si alguien se tiene que ir, no pasa nada, que vuelva cuando trinque vacaciones. Y que nos es menos gaditano que el que se queda. Además, por el camino que vamos no nos va a quedar más remedio que conformarnos... Cádiz esta quedando como una ciudad administrativa, habitada por Funcionarios y Estudiantes, y por Jubilautas de renta antigua impertérritos. Ah... y por Guiris en Verano y meones en Carnaval y las barbacoas del Carranza.