martes, 17 de febrero de 2009

Fuerzas vivas, descansen en paz

A la tercera repetición, ahora al coñazo insistente se le llama multidifusión, hay comparsas que chirrían, el jurado aplaude y ríe como loco, el público se pira hasta el corvejón, las ninfas bostezan hasta el cielo y la tortilla está fría. Da igual. Hay hambre. Mono de coplas. Aunque sea un pasodoble sobre penalidades, un cuplé a Falete, un popurrí somnoliento, lo que sea, joé. Como los futbolistas, los artistas de Cádiz han podido descansar, e incluso practicar el miedoso juego de las rotaciones. Los enfermos de Carnaval no descansan. Las tropecientas teles locales lo saben. A las tantas de la mañana, el paciente dislocado entona lo mejor de lo peor, lo peor de lo mejor, recita todas y cada una de las sesiones de memoria. "Ahora es cuando el Gago agita el micro en plan Mick Jagger y exclama ..." "¿Has visto?". Catorce veces, Cabessa, lo he visto catorce veces ya. Qué buen golpe, ío. Cuatrocientos golpes.
El jartible carnavalero necesita Actimel, anda escaso de defensas, la vida transcurre por la otra vía mientras él, delirante, prácticamente encarajotao, habla solo, canta por la calle, echa cuentas sobre las puntuaciones diarias, discute en los bares sin ton ni son, apenas come, sólo masca letras. Tol día mascando letras sobre la actualidad imposible: el Doce, la memoria histórica, la diputada catalana salerosa, los males, lo divino y lo humano. Los buenos no tienen la culpa de la imagen que queda tras un tostón del quince. Como todo en la vida, como cualquier oficio o vocación, para que haya buenos tiene que haber malos. Así que de crisis de creatividad, nada de nada. Se han escuchado letras extraordinarias, mención especial para Palestina, y bastinazos de ayer y de hoy. Hay que ver lo que algunos hacen cantar a los niños. O el estigma que sufren los cuartetos. O los estribillos redondos que colmarán las calles este año. La costumbre de contar con grandes agrupaciones aumenta la exigencia, donde hay confianza hay asco, hay gente que no merece las comparsas y chirigotas que enriquecen el Carnaval gaditano, en el Falla y en la calle. Hay gente que merece mucho realismo y poco surrealismo. Los jartibles se tragan las cintas del concurso sin darle "palante", se zampan hasta los descansos, a ver si se produce alguna novedad, qué sé yo, podrían descalificar a un coro y el gachó sin enterarse. ¿Y si cambian una letra sobre la marcha? Sin los descansos, el concurso fluye, el espectador se convierte en productor del programa, corta por aquí, al carajo la presentación de estos notas, pasa el popurrí de la comparsa lastimera, que le vayan dando a esa chirigota paecharla, cuidao, dale al stop que vienen los menganitos, yo no me voy a la cama sin ver a Blancanieves y los menganitos por enésima vez. Hay gente que no se lava, no tiene tiempo estos días.
Al día siguiente, Menganito resume a su parienta la nochecita de pesadillas: Los Beatles se reúnen en una peluquería de Cádiz, el coro peatonal pide un carril bici, final de chirigotas ya, los noctámbulos beben cognazos veteranos, La Cienfuegos canta las cuarenta a la libertad, los políticos quedan hechos una pena, Falete se sube en lo alto de la enana de GH, la duquesa de Alba ovaciona el borricate, sube la edad media del comparsista, los gitanos y los majaras hacen las paces, Juan Disney se querella, los sobraos terminan el puente, tol pescao vendío en el Mercafalla, aquí huele a armario empotrao, los abuelos toman el poder, Vera Luque adivinará el pregonero del Diez, los Tijeritas venderán champú de huevo, y mañana será otro día. Al cabo de los años lo nombran sargento. A estas alturas, Cádiz se pone farruca, aunque sin atropellar. Cádiz le da sopas con ondas a la evolución de Darwin. Cádiz defiende a los necesitados y marginados, Cádiz ataca a los prebostes y mangantes, Cádiz se ajusta al tipo, metidito en el tipo, como se dice ahora. ¿Y la puesta en escena? Eso ya depende del Pgou. La hemos liado. Jartita de coles, Cádiz rompe esquemas, derriba muros de incomprensión, va muy por delante de sus políticos, autoridades diversas, en fin, las fuerzas vivas cada día más muertas. Si queda alguna fuerza viva en Cádiz, que se manifieste a la voz de ya.

Febrero 09, Carnaval, Diario de Cádiz
Foto de Lourdes de Vicente

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